El arte de amar


El amor que Dios ha puesto en nuestros corazones
no hace acepción de personas,
es un amor dirigido a todos.

No admite discriminaciones
entre el simpático o el antipático,
el instruido o el ignorante,
el amigo o el enemigo...
Hay que amar a todos.

Pero este amor tiene una medida:
amar al prójimo como a sí mismos.
Poner al prójimo a nuestro mismo nivel.
Esto hay que tomarlo al pie de la letra.

El amor cristiano no es el del mundo,
donde a menudo se ama porque se es amado...

El amor cristiano es el primero en amar,
no espera a ser amado.
Como Jesús, que murió en la cruz por nosotros.
Fue quien primero dio la vida por nosotros.

Este es el grandioso arte de amar:
Amar a todos.
Amar como a sí mismos.
Ser los primeros en amar.
Pero, hay un modo típico y práctico para poner en práctica este amor:
es "hacerse uno" con el prójimo.
Sufrir con quien sufre,
gozar con quien goza,
llevar las cargas de los demás.
Hacernos, de alguna manera, el otro:
como Jesús que, siendo Dios, se hizo hombre por amor.

Hacernos uno con todos, en todo, menos en el pecado.
Vivir el otro, vivir los otros.

Este es un gran ideal.

Chiara Lubich

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