Escuchar al carpintero

Para el día de hoy (05/07/09):

Evangelio según San Marcos 6, 1-6

(Jesús había regresado a su querencia, a su patria, a Nazareth.
Seguramente volvía lleno de alegría y expectativas, al igual que nos puede suceder a nosotros cuando regresamos al lugar de donde provenimos, en donde nos hemos criado.
Pero los nazarenos no podían aceptar su Palabra, cargados de desconcierto... y de desconfianza.
¿Cómo iban a escuchar con fé a ese Jesús, al carpintero, al que habían visto crecer y trabajar...?

Sus paisanos probablemente estaban a la espera de un Mesías glorioso, envuelto en los ornatos de realeza. Les resultaba inaceptable que uno de ellos hablara con la autoridad del Maestro.
Por ello, sólo pudo curar algunos enfermos.
En su tierra, sólo fue aceptado por los desvalidos.

Nos suele suceder igual.
Por una parte, nos cuesta muchísimo aceptar que uno de nosotros -especialmente alguien de nuestra comunidad, alguien que conozcamos bien- hable con Palabras de Salvación. Siempre esperamos lo nuevo y lo bueno que proviene de afuera.
Por otra parte, a menudo relegamos nuestra fé al Dios desconocido, celestial y todopoderoso, lejano e inaccesible.
No está mal.

Pero el Dios de la Vida, Señor del Universo y la Historia se ha hecho uno de nosotros.
Eligió encarnarse en una simple muchachita judía, hacerse un frágil Niño en brazos de su Madre, jugar con otros niños en una polvorienta aldea galilea, crecer obedeciendo a sus padres, ganarse el sustento encalleciendo sus manos en el oficio de carpintero.
¡Qué fé se nos ha regalado por pura Gracia!
El Señor es Todopoderoso porque es Amor.
¿Habrá algo más bello y conmovedor que imaginar a ese Jesús que nos salva y nos rescata para la Vida plena, abundante y eterna trabajando la madera?

Que el Espíritu Santo nos vaya tallando el corazón para reconocer a ese Jesús verdadero Dios y verdadero Hombre, Salvador y carpintero, hermano y Señor nuestro.
Amén)

Paz y Bien


4 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Nos cuesta tremendamente ver en el otro, sobre todo si es alguien que, pensamos, está por debajo de nuestra capacidad, la luz y la sabiduría del ESPÍRITU. ¿Qué me va a decir éste? De ahí no puede salir ninguna cosa que yo no sepa. Es duro, pero es la realidad, y negarse a verla es dejar autoengañarnos. El ESPÍRITU sopla donde quiere, y posiblemente los más humildes son los llamados a recibirlo, sólo porque están abiertos a su acción.
Que el SEÑOR nos fortalezca y nos abaje nuestra suficiencia, para saber mirar y escuchar donde sopla el ESPÍRITU. Nuestra Madre, María, es figura en la que debemos mirarnos.
Un abrazo en XTO.JESÚS.

Anónimo dijo...

Bien cierto es este evangelio, me recuerda que para mí ha sido muy difícil pasar el mensaje de la fe en Nuestro Señor en mis hermanos, no he podido compartir la alegría de vivir en El, y es difícil ver como viven dormidos, solo me queda orar por ellos y seguir mi camino, gracias por la reflexión.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Salvador, tú te has explayado sobre el tema en tus magníficas reflexiones sobre el sentimiento de autotraición: cuando nos volvemos incapaces de ver al otro tal cual es, significa también que nos vemos a nosotros mismos como no somos en verdad. Un gran abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Como siempre, Queoquina, soy yo el agradecido por tu presencia y tu testimonio, tan valiosos para mí. Hay que seguir y confiar en la oración y en el secreto obrar del Espíritu en nosotros y en los otros. Un afectuoso saludo. Paz y Bien. Ricardo

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