La invitación

Para el día de hoy (20/08/09):
Evangelio según San Mateo 22, 1-14

(Dios ha invitado personalmente a selectas personas a un gran banquete.
Está todo listo, la mejor de las comidas, el vino que alegra, la música que hace bailar la vida.
Pero los invitados seleccionados no hicieron caso, despreciaron la invitación y se dedicaron a cosas más prosaicas, que consideraron más importantes.

Por eso, el Padre encargó a su Hijo Jesús -nuestro hermano y Señor- cursar nuevas invitaciones.
Y éstas fueron entregadas a muchas gentes.
A tantas personas, que toda la humanidad está invitada, buenos y malos, grandes y pequeños.

A la gran fiesta de la Vida estamos todos invitados, sin distinción de ninguna clase ni por ningún tipo de mérito o cercanía, sólo por afecto y Gracia de un Padre que nos quiere sin límites.

Y como sucede en algunas fiestas, en la invitación se solicita el tipo de vestimenta acorde a la celebración que deben llevar los invitados.

A nosotros -y nos ha llegado a cada uno una invitación a nombre nuestro- se nos pide que nos vistamos de una sola manera...

Al gran banquete de la Vida se va con un corazón revestido de caridad...)

Paz y Bien

4 comentarios:

silvina soul dijo...

muy bueno...

P. Enrique dijo...

Hermano Ricardo, sabía que las cosas no andaban tan bien,por lo de su papá, y resulta que las cosas andaban peor de lo que me imaginaba, peor humanamente hablando, pues Dios todo lo permite por algo, aunque quizás de momento no lo entendamos, pues "todo les sirve para su bien a aquellos que le aman a Dios" (Romanos 8,28).

Desde hoy lo tendré en mis oraciones y eucaristías, a usted y a su familia, también a su madrecita.Sin duda, nos ha tocado en el mismo año perder un ser que tanto amamos, yo hace cuatro meses con 11 días perdí a mi padre, oramos para que sanará, pero Dios no quiso realizar ese milagro, sino el milagro de la fortaleza en sus hijos y esposa, nuestra madre, hizo el milagro de que papá muriera con los sacramentos de la penitencia, que se la administró un sacerdote amigo y el de la Unción que se le administré yo mismo, su propio hijo, en varias ocasiones. Dios nos dió el milagro de un hombre de fe, en medio incluso de la oscura realidad de la enfermedad; en fin hermano, son tantas cosas que le podría contar que lo aburriría quizás. Lo único que quiero decir es que estamos con usted y su familia y si usted puede ver más despacio sus últimos acontecimientos estoy seguro que en medio de la penumbra siempre se vislumbra mucha luz, es más este blog y sus escritos son un reflejo a lo que me refiero, pues aquí demuestra usted su valentía y fe de seguir posteando en medio de situaciones tan difíciles como últimamente le ha tocado vivir.

ánimo pues,está en mis oraciones y estamos con usted en sus situaciones.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias Silvina por estos gestos tan generosos, y principalmente, por estar siempre por aquí. Un saludo afectuoso. Paz y Bien. Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Mi querido hermano Enrique, debo confesarle algo: sus palabras me han causado una profunda emoción, y agradezco al Padre Bueno por este regalo que me ha provocado lágrimas de paz.
Debo decirle también que en estos días de cruz me he identificado muchísimo con esta Palabra:

"...Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Apretados en todo, mas no aplastados;
apurados, mas no desesperados;
perseguidos, mas no abandonados;
derribados, mas no aniquilados.
Por eso no desfallecemos. Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día.
En efecto, la leve tribulación de un momento nos procura, sobre toda medida, un pesado caudal
de gloria eterna, a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras,mas las invisibles son eternas...(2 Cor 4, 7-10.16-18)"

Algún día me daré el gusto de hablar sobre mi papá en un post.
Le agradezco al Señor y a usted, querido hermano, sus oraciones, sus eucaristías, su cálidas palabras, su testimonio y su comunión, tan valiosos para mí y los míos en estos días algo grises en apariencia, pero en los que uno tiene la certeza que disipando las nubes, sigue resplandeciendo la luz del Altísimo que nos da vida, paz y alegría.
Que el Dios de la Vida lo colme de alegría, sostenga con su Espíritu su ministerio e ilumine cada uno de los instantes de su vida.
Un gran abrazo fraternal en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo.

PD: Y seguiremos orando sin cesar por nuestra hermana Honduras.

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