De la servidumbre al servicio

Para el día de hoy (13/01/10)
Evangelio según San Marcos 1, 29-39

(Juan y Santiago llegan con Jesús a la casa de Simón Pedro y Andrés.

Ellos le avisan al momento que la suegra de Pedro se encontraba postrada, y con fiebre.

Si nos detenemos un momento, hacemos silencio y dejamos que la Palabra madure y obre en nosotros, veremos dos cuestiones importantísimas: Andrés y Pedro ponen en manos del Maestro lo urgente, lo que no admite demoras, hay una vida en riesgo; y a la vez, su fé y su confianza en Jesús será un paso fundamental en la sanación de la suegra de Simón Pedro.

Ella estaba en un riesgo real, y prácticamente condenada al sufrimiento y a la muerte no sólo por su enfermedad en sí: de acuerdo a las normas imperantes en esos tiempos, la carga de las fiebres que padecía se acrecentaba y llegaba al agobio primero por ser mujer -sin relevancia social, religiosa o jurídica- a lo que debía añadirse su casi cierta condición de anciana... Para colmo de males, estaba enferma, y esa enfermedad era producto de una decisión divina y automáticamente la transformaba en un ser impuro que "contagiaba" su impureza a quien la tocara. Su destino estaba sellado, y es dable pensar en su resignación a su propia condición.

Sin embargo, son los tiempos de la Gracia y la Misericordia.

Y el Maestro, con una ternura entrañable, embiste contra el inhumano desorden establecido, rompe las cadenas de la exclusión y derriba el cerco del sufrimiento y el dolor.
Sólo basta un gesto, y sucede el milagro de liberación y la salud.

Sólo un gesto de amor, y la Palabra nos lo explicita: Jesús se acerca a ella, la toma de la mano y la hace poner de pié.

-uno piensa automáticamente en cuántas vidas se salvarían y cuánto alivio se prodigaría con sólo un gesto como el de Jesús... cuantas almas acostadas por el dolor y la tristeza se pondrían de pié con sólo un gesto de caridad-

Pero el milagro no es solamente la sanación: implica no tanto un liberarse "de" sino más bien un liberarse y sanarse "para".

La verdadera liberación es el paso de la servidumbre al servicio, y por ello la suegra de Pedro, inmediatamente libre de sus dolencias, se pone a servirlos.

En los tiempos de la Gracia, junto a María, Isabel, Ana la profetisa, la suegra de Pedro y muchas más son signo cierto de un tiempo de especial florecimiento de la mujer -y aún hoy nos cuesta entenderlo y hacerlo presente en la vida diaria, en la sociedad, en las comunidades, en la Iglesia-

Desde el silencio, habrá que mirarse alma adentro y buscar los gestos perdidos de solidaridad y amor, el camino de liberación que comienza por el servicio, la fé que pone a los pies del Maestro la urgencia del hermano, la alegría y la justicia de un Reino que no admite desigualdades ni exclusiones)

Paz y Bien

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