La cercanía de Jesús y la fé de de los humildes

Para el día de hoy (08/02/10)
Evangelio según San Marcos 6, 53-56

(No lo dejaban tranquilo a Jesús. Allí donde fuera se agolpaban las multitudes en su búsqueda, afanosos por estar cerca de Él, para que curara sus dolencias.

No podía comer ni descansar.

Probablemente, en muchos casos era producto de la fama que lo precedía: ese hombre, ese profeta era capaz de curar cualquier dolencia.
Hasta los mismos demonios se rendían a sus pies.

Aún así, no era un sanador así nomás: ese hombre hablaba distinto, decía cosas de Dios que nadie era capaz de decir, y enseñaba como nadie lo hacía, con la autoridad que le nacía del corazón.

En los corazones de las gentes florecía esa confianza total en ese Hombre, de tal modo que les bastaba llevar a su presencia a los enfermos y tocar al menos el borde de su manto... y sucedía el milagro.
Todos se curaban.

Allí sucede entonces una cuestión primordial: si vemos con detenimiento, en el Evangelio para el día de hoy Jesús -aparentemente- no hace nada; son las gentes las que se afanan por tocar al menos el borde de su manto.

Pero no es pasividad ni quietud: se renueva en cada curación la alianza entre Dios y el hombre.
La sola presencia de Jesús es fuente de vida abundante y plenitud...y ¿qué tierra más fértil que un corazón que confía, que tiene fé para que sucedan los milagros?

En mis acentuadas limitaciones, desde la Palabra de hoy veo la tantas veces criticada y menospreciada fé de la gente más sencilla, la devoción de los humildes.
Seguramente haya algo de superstición, algo de interés, mucho que cultivar... Pero mueve y conmueve esa fé cordial que confía totalmente en la presencia liberadora de Jesús.

Esa fé de los humildes es la fé que a menudo suplico para mi propia vida, sencilla y sin demasiadas vueltas, una fé que debemos proteger y promover de la mano del Maestro.

Entre la presencia de Jesús y la fé sencilla de un corazón que cree se renueva la Alianza y sucede la Salvación)

Paz y Bien

2 comentarios:

José Luis Carvajal dijo...

¡Muy bueno! Unidos en la oración, p. José Luis

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias por tus palabras y tu presencia, padre José Luis.
Seguiremos los pasos del Maestro en la comunión y en la oración.
Dios te ilumine, te proteja y haga pleno y fructífero tu ministerio.
Un abrazo fraterno en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

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