Tekton


Para el día de hoy (03/02/10)
Evangelio según San Marcos 6, 1-6

(Son nocivos y peligrosos los preconceptos.
Cierran mentes y corazones a todo lo que no se adapte al molde que propugnan, y no sólo eso: suelen desembocar en rechazos terminantes, en injurias y hasta en violencia.

El Maestro había regresado a su patria nazarena y enseñaba en la sinagoga; y sus paisanos, si bien estaban admirados de sus palabras -pues no hablaba como los escribas y fariseos, tenía autoridad- eran incapaces de aceptar que en ese Jesús que tan bien conocían había algo más, algo misterioso, algo divino.

Esperaban un Mesías glorioso, vengador de Israel, un Rey guerrero que pleno de poder liberara al pueblo elegido de la bota romana.
Les resultaba intolerable que ése tekton -artesano hábil en la carpintería y la construcción- que se había criado entre ellos y que tan bien conocían a su familia, fuera el Salvador que esperaban.

Este tekton que traía un mensaje nuevo de Dios, y que se presentaba a sí mismo como su Hijo los escandalizaba.

Es una conducta que a través de los siglos se ha repetido, y continúa al día de hoy.
Es pretender adaptar a Dios a nuestros esquemas; es no reconocerlo pobre, humilde, trabajador, servidor de todos, un Dios de manos encallecidas del trabajo en Nazareth.

Y el Salvador que confesamos, el tekton de Nazareth, es ese mismo Cristo, nuestro hermano y nuestro Dios, que se pone a trabajar nuestra dura madera cordial....
Un Dios que pasa por en medio del fasto y los palacios.
Un rey del universo cuyo trono ha estado en los brazos de su Madre, cuyo poder infinito reside en su amor, cuya corte se compone de los despreciados e indeseables de aquél y éste mundo, cuyos nobles son los que más capaces han sido de dar/se gratuitamente por Él, y que llamamos usualmente santos.

Un Dios pobre y sencillo, un Redentor que se hace uno de nosotros, un Salvador que aprende el oficio del buen José y que tiene la misma mirada de su Madre.

Quiera el Espíritu que nos sigamos maravillando de nuestro Dios carpintero, y que Él vaya tallando laboriosamente la dura madera de nuestro corazón.
Que nos transformemos por Su Mano en mesa grande en donde los hermanos se reúnan y compartan la vida y el pan)

Paz y Bien

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