Desde un Dios próximo, redescubrir al prójimo


Para el día de hoy (12/03/10)
Evangelio según San Marcos 12, 28b-34

(Escribas y fariseos interrogaban a Jesús acerca de la escala de preeminencia de los mandamientos: como especialistas en temas religiosos, querían oír en sus propias palabras qué era lo que debía ser considerado más importante.

La meta de tales afanes estribaba en la exhaltación de las normas, y no en la trnasformación de su vida desde los mandamientos.
Esto sucedía en tiempos de la predicación de Jesús y en nuestros tiempos también, cuando se acentúa la subordinación a la ortodoxia por sobre el amor expresado en servicio o la devoción a determinadas tradiciones por sobre la necesidad el hermano pobre y excluído.

Sin embargo, entre los hombres que lo interrogaban había un hombre -un escriba- que intuía que en ese galileo que les hablaba había algo más que meros discursos o palabras vacuas; por eso le pregunta -con sinceridad y sin intenciones ocultas- cual es el mandamiento más importante.

El Maestro le responde con un pasaje de la Torá que para los judíos piadosos era su oración principal: -¡Shemá, Ysrael!¡Escucha, Israel! El Señor nuestro Dios es el único Señor, y amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente-
La fé no admite medias tintas, no se condice con tibieza pues sólo es fé verdadera cuando se pone el cuerpo, la mente y el corazón, nuestra totalidad sin reservas.
Y no se queda allí: le continúa diciendo al escriba -El segundo es amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos-.

El escriba busca en su arcón doctoral y desde su sinceridad, coincide con Jesús en que ésos son los mandamientos principales, los fundamentales.
Y el Maestro, frente a su honradez intelectual y sensatez le señala -No estás lejos del Reino de Dios-

El escriba había respondido con verdad, y por dicho motivo Jesús señala su cercanía con el Reino. No obstante, al escriba le faltaba dar un paso. Estaba cerca del Reino, pero le faltaba llegar.

Ese paso faltante es la distancia que debemos recuperar: el regreso al hermano desde Dios, el retorno al prójimo, el hacernos nosotros mismos próximos.

Porque el Dios del Universo se ha hecho uno de nosotros.
Siempre toma la iniciativa: Él se ha aproximado a nuestras existencias, hijas e hijos dispersos.
Y la respuesta a esa proximidad debería ser redescubrir al hermano, al prójimo aproximándonos nosotros.
Primero al pobre, al olvidado, al despreciado, y luego a todos los demás.

Volver a Dios es también volver al hermano; amar a Dios es amar al hermano, y todo se cimenta en que Él nos ha amado y querido primero)

Paz y Bien

2 comentarios:

Angelo dijo...

El nos ha amado primero, y sigue haciéndolo. Sigue esperando la respuesta de ese amor. No se puede convertir ni un solo día en rutina y cansancio, si esto ocurre, no estamos en el mismo camino. Dios tiene que llenar nuestra vida, sin El no podemos amar al hermano.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Esa, y no otra querido Ángel, es la razón de nuestras existencias: Dios siempre sale primero a nuestro encuentro. Cuando lo descubrimos, nada puede volver a ser igual, y la vida se transforma.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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