Viejo oficio, nueva misión

Viernes de la Octava de Pascua

Para el día de hoy (09/04/10)
Evangelio según San Juan 21, 1-14

(Pedro y los otros habían sido instituídos por el Maestro como pescadores de hombres.
El Señor había muerto y resucitado, y ellos regresaron a Galilea... Sin embargo, no regresan para anunciar la Buena Noticia desde donde todo comenzó.

Ellos regresan al pasado, más cómodo y tranquilo, vuelven a lo conocido, vuelven a lo viejo; por eso, vuelven a ser pescadores de peces.

Cuando la conversión no es total, siempre se vuelve a lo viejo, a lo que hemos dejado atrás.

En esa barca navegan como si nada hubiera sucedido, ni los tres años junto a Jesús ni su Pasión y Resurrección tampoco.
Por eso navegan infructuosamente, por eso navegan en la noche que eligieron.

Pero el Señor lo sabe, y está allí, en la orilla de nuestro andar errante y estéril, trayendo el amanecer a nuestra oscuridad, y elevando su voz los hace recordar en su corazón.

No han vivido tanto junto a Él por nada, Él ha pasado por sus vidas y ha dejado huella. Por eso son capaces de escucharlo, y de animarse a lo imposible, a lo inexplicable... a un acto de fé.

Ellos no sabían que era el Maestro quien estaba en la orilla; aún así, contra toda experiencia previa -tantos años de pescadores- echan las redes a un lado de la barca. Y sucede el milagro: la quilla de la barca se queja del sobrepeso, son muchísimos los peces en la red.

Entre el grupo de pescadores, estaba el discípulo amado por Jesús: y desde ese amor, se salta cualquier muro de imposibilidades, se abre toda oscuridad cerrada y se descubre la verdad: ¡El Resucitado está en la orilla!

Según nuestra lógica, cabría esperar por parte del Maestro alguna recriminación, algún tipo de reprimenda.
Pero son tiempos de Gracia plena: lo que importa es que los discípulos volvieran a navegar en el curso del Reino. Jesús, con infinita e increíble delicadeza está allí esperándolos y les ha preparado el almuerzo.

Es el amanecer, y todo está claro.
Es tiempo de dejar atrás el viejo oficio, y asumir la nueva misión: si Jesús guía la barca, la pesca no sólo será abundante en extremo, sino que la red que mantiene a los peces con vida no ha de romperse.

El Señor espera en nuestra orilla, y nos ha preparado su mesa para que nos alimentemos.
Basta animarnos a navegar con Él.)

Paz y Bien

0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba