Vergüenza y venganza

Para el día de hoy (28/09/10):
Evangelio según San Lucas 9, 51-56

(El gesto decidido del Maestro debería quedarse grabado en las pupilas de nuestras almas: sabe que lo espera el desprecio, sabe que el rechazo a la vida está en ese empedrado, sabe que lo esperan días de violencia, de odio, de muerte cruel... Y no vacila en seguir, en ir al encuentro de ese sino fatal y de espanto.
Sabe que, a pesar de todo horror, la vida prevalecerá desde el amor en la entrega por los demás.

Esa entrega no conocerá exclusiones ni fronteras; por eso, además del razonable cansancio del camino, es necesario que haga morada en Samaria, y con esa intención envía mensajeros.

Pero esos mensajeros yerran ampliamente en su misión, y el Maestro es rechazado en la aldea samaritana con el fundamento de que iba camino a Jerusalem.
Es claro que existía un desprecio visceral y mutuo entre judíos y samaritanos; sin embargo, es dable inferir que esos enviados por delante de Él llevan un mensaje equivocado. Ellos mismos están presos de esa idea de un Mesías Glorioso y vencedor, Salvador de Israel; no de un Siervo sufriente, que es capaz de entregarse por Israel y por toda la humanidad.

No se trata de éxitos o fracasos -una lógica malsana-; sin embargo, esos mensajeros deberían haber sentido al menos algo de vergüenza por no comprender la Misión de Jesús y por ello mismo, tergiversar según sus esquemas la comunicación de esa Noticia a otros.

Y sucede que cuando esa vergüenza no es asumida, se desata el monstruo de la venganza.
Santiago y Juan son modelos de esa lógica de victoria y derrota: incapaces de asumir sus yerros, inhábiles para vivir en su corazón y en sus ideas a un Mesías que se sacrifique por los demás, intentan una venganza violenta contra esos samaritanos que les negaban hospitalidad...

Hay mucho que desaprender, y otro tanto que volver a descubrir y aprehender desde las fibras del alma, aún con el dolor de avergonzarse.
El Maestro vencerá a la muerte desde el servicio y el amor, aparentes debilidades y derrotas para este mundo, y es imprescindible despojarse de toda lógica de imposición que irradia violencia.

Decidirnos a ser mansas hijas e hijos del Dios de la Vida o hijos bravos del trueno de la venganza)

Paz y Bien

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