El poder del más Fuerte

Para el día de hoy (08/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 15-26

(Ha llegado el Reino. Ya está entre nosotros, aquí y ahora, y hemos de abandonar esa costumbre de imaginarlo solamente como un suceso a futuro, post mortem.

Es el fin del miedo para las hijas e hijos, para los pequeños, para los anawin del Señor.
Y es el comienzo del temor de los poderosos.

Porque está con nosotros, por nosotros y en nosotros el más Fuerte (¡Go'el!). No hay mal que se le resista, y su fuerza está al servicio de sus hermanos de modo incondicional.
Los demonios que alienan la humanidad, esos monstruos que impiden vivir la existencia en plenitud -que a para algunos serán pequeñas copas de agua y para otros se harán mares- son expulsados definitivamente de todo corazón que lo pida.
La mano del Altísimo reescribe la historia de cada ser humano.

Es el poder del más Fuerte... y sin embargo, es un poder extraño.
Significa una victoria total que no admite derrotados; la única sangre derramada es la que se ofrece en rescate de muchos. En esa locura y ante todo el enemigo debe ser cuidado, especialmente de sí mismo.
Es el poder absoluto de eso que llamamos amor, es decir, la donación de la propia vida para que el otro perviva.

Y ese poder, de un modo increíble y desmesurado, se nos ha confiado en nuestras manos para sanar, liberar, vendar heridas, restaurar lo que se ha derrumbado, traer de nuevo a la vida al que está sumido en sombras de muerte, reunir a los dispersos.

Por ello mismo, ese poder interpretado de cualquier otro modo implica desparramar, separar, destruir.

El Maestro, rostro del Dios de la Vida, nos enseña con su vida y su Palabra que el Todopoderoso es tal precisamente por eso: porque ama.)

Paz y Bien






2 comentarios:

MDR dijo...

Esta entrada esta para reflexionar mucho.
Que bueno que la pusiste.
Me gusta todo.
Besos

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias María por tus palabras; es una satisfacción muy grande -más todavía, una Gracia- encontrar ecos en las hermanas y los hermanos, estemos en donde estemos.
Un abrazo en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

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