Espejos

Para el día de hoy (21/01/11):
Evangelio según San Marcos 3, 13-19

(La promesa se mantuvo por siglos sobre las doce tribus de Israel, signos certeros del pueblo elegido, anclaje frente al devenir del tiempo.
Pero ha llegado Jesús, nos ha nacido un Salvador y el tiempo se ha renovado y expandido: por ello, las viejas tribus son sucedidas por doce hombres, señales latientes de ese Dios que no olvida sus promesas.

Doce hombres, doce vidas, doce personas claramente identificables y reconocibles.
Pescadores, publicanos, campesinos, estudiosos que se congregan alrededor del Maestro, llamados por Él; nos relata la Palabra que llamo a los que quiso, y ese querer expresa deseo pero también un afecto entrañable.

Doce hombres convocados por sus nombres, cada uno con sus peculiaridades, sus caracteres, sus luces y sombras. No se trata de abstracciones, sino de hombres concretos, de los que las comunidades han guardado cuidadosamente en su memoria cada detalle y lo transmitieron de generación en generación impulsados por el Espíritu en los Evangelios, revelando ese Verbo que convoca a hombres de carne y hueso y corazón, llamados para andar junto al Maestro, dejando que Él edifique comunidad, permitiéndose crecer con Él.

Tendrán una misión marina que desembocará en dos ríos santos: misión de permanecer unidos a Él como sarmientos a la vid -destino de vino bueno que anima y vivifica-, y misión de anunciar de la Buena Nueva.
Ese río de agua viva lleva en sí un poder increíble y magnífico: el de expulsar espíritus malignos, es decir, la fuerza mansa de poder desalojar de un mundo arrasado todo mal que aliena y oprime a las gentes, la mejor de las noticias, la liberación deseada para todas sus hijas e hijos por un Dios que es Padre y Madre y es capaz de lo imposible por ellos.

Doce hombres, doce nombres, doce espejos en donde mirarnos, reflejarnos y redescubrirnos.
Doce espejos que al día de hoy nos siguen diciendo insistentemente que es Dios quien nos busca y elige antes que nosotros a Él, y que esa búsqueda y llamado es decididamente personal, por nuestros nombres y apellidos, con nuestras luces y a pesar de nuestras sombras, con todo aquello que somos y por todo lo que podemos llegar a ser, vos y yo, tú y él, ella y todos nosotros, misión de vida y rescate de tiempo recreado y renovado, tiempo santo tejido entre Dios y el hombre)

Paz y Bien


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