Portavoces

Para el día de hoy (26/01/11):
Evangelio según San Lucas 10, 1-9

(Muchos análisis -todos ellos importantes- se han hecho acerca del número de setenta y dos enviados; en varios casos, se ha buscado cierta interrelación entre las doce tribus iniciales multiplicadas varias veces, en este caso por seis.
Y vale como símbolo, claro está, pero por ahora aferrémonos al signo más sencillo y es que no sólo una élite de unos pocos -los Doce- tienen una tarea puntual, sino que todo discípulo tiene en su esencia y vocación primordial ese carisma misionero. Allí, atentos a sus palabras, entremezclados entre aquellos setenta y dos designados estamos todos y cada uno de nosotros.

La tarea es adelantarse allí mismo a donde Él debe ir; por el nacer bautismal, tenemos un sino de portavoces en el sentido literal del término, es decir, que llevamos hasta los confines de la creación una voz que es nuestra, y sin embargo no nos pertenece. La Buena Noticia es de Jesús y es Jesús, y gratamente se escapa de cualquier intento de apropiación.

La imagen de la mies significa campos plenos de trigo maduro, a la espera del trabajador que coseche los frutos; hay muchos -muchísimos, miles- corazones prestos para convertirse en mujeres y hombres de pan, trigo a punto al que le falta la levadura de la Palabra. Por ello mismo, quizás el primer cariz de la misión es descubrir la maravillosa enormidad de la tarea a realizar y suplicar al Espíritu dador de vida que envíe más, cada día mas obreros y trabajadores a estos campos, a esas almas de trigo urgente.

En pleno siglo XXI es menester redescubrir esa vocación: ante todo, la misión nunca es individual, siempre tiene un cariz comunitario, signo cierto de que el fin de la soledad ha llegado, de que hay una nueva familia creciente.

La misión es misión de paz: es la paz que trasciende y se comparte, es la paz que vá mucho más allá de la ausencia de conflictos, y que se edifica desde los mismos hogares, con mirada concreta de justicia y solidaridad. Desde los mismo hogares, a partir del respeto de la cultura y acrecentando la hospitalidad, se construye el mundo nuevo.
Y es misión que anticipa el Reino -que ya está aquí, creciéndose en silencio- poniendo el acento y la urgencia en los más necesitados... quizás porque ese Reino comienza desde los márgenes, en donde campea el dolor, en donde sólo se conoce la mala novedad del dolor y el sufrimiento.

Son dables y necesarios los proyectos, más ello no debe hacernos perder de vista el distingo principal, que es el vayan: se trata, ante todo, de salir de nuestro encierro, de aventurarse más allá de todo confort y seguridad, y ésa precisamente es la raíz de aquello que llamamos amor, la mejor de las noticias)

Paz y Bien

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