De profundis

Para el día de hoy (13/02/11):
Evangelio según San Mateo 5, 17-37

(Una de las oraciones más conocidas y a menudo rezadas por los cristianos es aquel poema conocido como Salmo 129 o De Profundis. La piedad popular lo ha asumido como propio, expresando a través de sus versos ese hambre de la Misericordia de Dios, esa necesidad imperiosa de perdón y reconciliación, el abismo en que el hombre se descubre inmerso en sus miserias frente a la infinitud de ese Dios que en su misma esencia es Amor y que se nos ha revelado en Jesús.

En cierto modo, hemos renunciado al coraje necesario para salir a la luz, para vivir mirando al sol de frente.
No nos llamemos a engaño: somos devotos de las normas y los códigos antes de esa Palabra que nos transforma la existencia de raíz, creyentes consuetudinarios de un amor ritual encerrados en nuestros centros de culto y cemento antes que templos vivos y latientes del Dios que vive en nosotros.

Jesús es Dios y Dios es Jesús, y en esa plena identidad se revela la clave de nuestra existencia.
Es claro: nos hemos endurecido demasiado, impermeables a la Palabra que nos mueva y con-mueva, transforme y haga que esta vida tenga sabor, que sea interminable desde ahora mismo y a pesar del escaso número de años que nos toquen en nuestro paso por estas veredas mundanas.

Quizás la enseñanza del Maestro en nuestro presente sea llamado e impulso a salir de ese abismo de la veneración exterior de las formas y normas que nos alejan del hermano. En cierto modo, la justicia de los fariseos de la que nos habla Jesús implica inmolar en el ara del ego y el formalismo al prójimo, alejándonos cada vez más del otro.

El camino de la Salvación elude toda negación: así entonces, vidas plenas y traslúcidas que reflejen la esencia misma del Creador -eso que llamamos santidad- no pasan tanto por afirmar no mato, no robo, no soy adúltero... sino más bien cuando ensanchamos nuestro horizonte del yo al nosotros.
Las llaves del Reino que nos propone Jesús, tal vez, las encontremos cuando nos relacionemos con el prójimo del mismo modo en que Abbá Padre de Jesús y Padre nuestro nos busca incansable y amorosamente, aún antes de tejernos en el vientre materno y después también.

Desde este abismo de palabras vanas y abundantes voces vacuas, nos queda entonces clamar para volvernos Palabra y Pan para el hermano, desde el silencio fecundo de la solidaridad y el servicio)

Paz y Bien

4 comentarios:

victoria dijo...

El amor del Padre nos envuelva a todos en un único y definitivo abrazo.
Gracias, Ricardo por tus hermosas palabras.

Anónimo dijo...

La relacion con el projimo es algo que de verdad debemos cultivar con todo el Amor posible.

Gracias y un abrazo.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

A menudo, Victoria -especialmente a quien esto escribe- nos sucede que lo sencillo se nos hace harto difícil: y lo verdaderamente importante de ese abrazo comienza por dejarse encontrar por Aquel que siempre nos está buscando. Allí comienza todo, allí se transforma la vida.
Dios te nemdoga y acompañe siempre, te colme de su Paz y su Alegría.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Siempre es grato leer tus palabras, Oceánida, en tus blogs y aquí también. Ese cultivo que explicas con toda certeza quizás sea también similar a esa semilla en aparencia insignificante, que tarde o temprano se convierte en árbol frondoso que dá cobijo. Quiera el Espíritu que nuestras vidas sean tambie´n así, simples, sencillas y frondosas.
Un abrazo grande, Adela, para tí y tu familia.
Paz y Bien
Ricardo

Publicar un comentario

ir arriba