Gloria escondida, vidas que resplandecen en el llano


Para el día de hoy (19/03/11):
Evangelio según San Mateo 17, 1-9

(Las cosas improvisadas, subrepticias y hasta caprichosas no suelen tener buen destino. En la medida de las posibilidades de cada uno, es dable prepararse, alistarse.
Por ello mismo Cuaresma también sea tiempo de alistarse y prepararse para la Pascua personal y comunitaria.

Hay que subir con el Maestro a lo alto de su humanidad, allí mismo en donde resplandece esa condición divina de la que gustamos confundir a un Dios vestido temporalmente de hombre, o a un ser humano divinizado en la mera conveniencia.
En la humanidad de Jesús brilla su divinidad, la luz del amor de Dios Padre y Madre, estrella amiga que marca el punto de inflexión de la historia, Tabor palpitante en donde confluyen lo viejo y lo nuevo, pasado, presente y futuro.

Es claro, como Pedro nos sentimos tentados de quedarnos allí, aferrados a esa seguridad, en la comodidad de nuestras chozas que no se animan a los riesgos de la Pasión.

Pero el Maestro nos hace poner de pié, nos anima y levanta de nuestros sopores religiosos, debemos bajar, ir al llano del mundo, allí donde campea la oscuridad.
En nosotros también está escondida esa luz, en nosotros resuena esa voz profunda que nos reconoce hijas e hijos amados, en nosotros está llevar esa luz a tierra de sombras, pues es luz que debe transferirse.

Sin embargo, no es sencillo pues implica asumir la cruz y el dolor como pasos primeros de toda resurrección, digerir el desprecio y el rechazo, la violencia y el insulto y aún permanecer caminantes.

Con Jesús bajamos al llano, portadores de esa gloria escondida, luz incapaz de llamarse a silencio, vidas resplandecientes que dicen a cada paso que está bien dejarlo todo por el otro, que siempre tendrá sus frutos buenos la búsqueda tenaz de la justicia, que no es estéril la construcción de la paz, que el clamor del pobre siempre es escuchado, que todo llanto ha de cesar.

Entre nosotros -ahora mismo- muchas vidas resplandecen con esa gloria que un día será definitiva, y Jesús es la certeza de que no estamos solos, que la vida prevalece y que hay un destino de trascendencia y perpetuidad enraizado en el hecho fundante de toda la historia, aquél que dice con voz clara que somos hijas e hijos amados con todo y a pesar de todo)

Paz y Bien

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