Un anuncio escandaloso


Solemnidad de la Anunciación del Señor

Para el día de hoy (25/03/11):

Evangelio según San Lucas 1, 26-38

(Estamos recorriendo este trayecto que llamamos Cuaresma, y se asoma en el horizonte la cruz; por ello puede resultarnos extraño que la liturgia nos haga presente precisamente la lectura de la Anunciación en este tiempo, puede hacérsenos extraña.
Sin embargo, es tan importante esta lectura en el tiempo de Adviento como en el tiempo de Cuaresma: con el corazón acercándose a la Pasión, cruz y Encarnación son parte del mismo misterio de amor, complementándose mutuamente -sin ser por ello "incompletos"-.

Con Cristo y por María, Dios irrumpe en la historia humana de un modo inesperado, desconcertante y escandaloso.
Este Dios imprevisible escapa del Templo y el Palacio, y elige en cambio una aldea polvorienta en medio de una Galilea sospechosa, sitio ignoto en donde los privilegiados apenas sobreviven.
Contra toda suposición de elección de linaje importante y reconocido, príncipes guerreros y reyes poderosos, la Salvación vendrá desde un Niño en brazos de su Madre.
Para colmo de males, deja de lado a los portavoces habituales y oficiales de lo divino, y se inclina hacia una pequeña muchacha judía; una casi mujer, una menos que nada -y por quien nadie daría un centavo- decidirá sobre toda la historia de la humanidad.
El Todopoderoso, Creador del universo, se dirige a esta flor temprana de Israel...y le pide permiso.

Santo escándalo de un Dios que asimila la pequeñez, la fragilidad y la pobreza humanas para regalar la Salvación, para ofrecer su Reino sin imposición, pura gratuidad, total ternura.

Por el infinito ¡Sí! de la pequeñísima María y en el perfume de la Gracia, se acrecienta nuestra esperanza.
La Salvación crece en el seno y en el corazón puros de María, y ha de crecer fecunda en nuestras existencias, en el alma profunda de la Iglesia y de toda la humanidad, porque a pesar de todo y de todos, tiene una vigencia perenne el anuncio de un Mensajero muy especial: es tiempo de alegrarse pues la Gracia todo lo llena, todo lo fecunda y Dios ha decidido estar aquí y ahora, haciéndose uno más, el más humano de todos nosotros)

Paz y Bien

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