Antisignos y disvalores


Para el día de hoy (20/08/11):
Evangelio según San Mateo 23, 1-12

(No se puede dejar de expresar: esta Iglesia en la que somos, en la que vivimos y amamos y en la que queremos crecer con los hermanos, a menudo nos duele hasta los huesos y nos viste de tristeza.

Porque es innegable que muchos hermanos nuestros sacerdotes, obispos y cardenales están nítidamente descritos en las palabras del Maestro. Vestidos lujosos que separan y segregan, títulos identificatorios para diferenciarse del resto del Pueblo de Dios, el ejercicio fiero y rápido de un magisterio empeñado en detectar las desviaciones de la ortodoxia pero que a menudo olvida la compasión y tiene por consigna el ustedes antes que el nosotros, la no escucha y el ninguneo de quienes carecen de formación...pero a menudo resplandecen de bondad y fé diarias.
Son antisignos y disvalores que nada tienen que ver con la Buena Noticia de Jesús de Nazareth, y que con dolorosa frecuencia son causa de opresión, de dispersión de los hermanos y de escándalo y confusión entre los más pequeños.

Aún así, y a pesar de que podríamos seguir enumerando una nutrida lista de consecuencias muy dolorosas, estamos hablando de nuestros hermanos, y como comunidad debe primar el servicio y la fraternidad arraigados con firmeza en la oración.
Quizás de nada sirva la crítica feroz que también olvida la consigna santa del nosotros, de mujeres y hombres que -sean lo que sean, buenos y malos, cumplan la función que cumplan- somos ante todo y por sobre todo hijas e hijos de un Dios que es Padre y Madre de todos.

Desde vidas orantes y humildes, la vida se transforma y el Reino crece firme y sin pausa, en nuestros corazones y en los de todos por pura gratuidad, bondad de Aquél que nos cuida y nos quiere con todo y a pesar de todo)

Paz y Bien

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