Cuando decimos Padre Nuestro

Para el día de hoy (05/10/11):
Evangelio según San Lucas 11, 1-4

(Quizás absortos por teologías y cotidianeidades centrífugas, hemos perdido de vista la revelación mayor que nos hace Jesús, y es que Dios es Padre, es Abbá y eso define nuestras existencias. Porque ya no hablamos de un Dios lejanísimo, celestialmente inaccesible e inasible, Dios del poder, de los premios y los castigos, sino un Dios que es Abbá! -¡Papá!-, un Dios que nos cuida desde la cercanía de un Padre y el afecto de una Madre, un Dios que actúa desde la bondad y la ternura, el imperio de la Gracia.

Cuando decimos Padre Nuestro decimos Padre, Dios Emanuel, Dios con nosotros, Dios cercano tejido en nuestra historia. Y afirmamos que es nuestro, y con ello que es de todos, reivindicamos una fraternidad universal de hijas e hijos, buenos y malos, creyentes y no creyentes, de toda raza y nación, en un éxodo de liberación que supera cualquier desierto ideológico y toda esclavitud religiosa. Cada mujer y cada hombre -hasta el más acérrimo enemigo- es nuestro hermano precisamente por Él.

Cuando decimos Padre Nuestro queremos que se santifique su Nombre, y es una inmensa osadía el suplicar por la causa pura de Dios: lo sabemos e intuimos el Totalmente Otro, infinitamente trascendente y sustento del universo, es reconocer que Él está más allá de nuestras construcciones racionales, de nuestras insatisfacciones y de nuestras especulaciones. Santificado sea su Nombre porque Él es y Él está.

Cuando decimos Padre Nuestro queremos que su Reino sea y acontezca aquí y ahora entre nosotros, que florezcan la paz, la justicia, la liberación, la vida plena y abundante para todos. Sabemos que más allá de nuestras torpezas y mezquindades el Reino viene creciendo humilde, silencioso y tenaz, y por eso rogamos que sea un árbol frondoso que cobije a todos.

Cuando decimos Padre Nuestro hacemos nuestra la causa de los hermanos, y no queremos que a nadie le falte el sustento ni el alimento de la Palabra, y si el hambre de las hijas y los hijos es causa de desvelo de Padre, también es nuestra causa.

Cuando decimos Padre Nuestro nos reconocemos incompletos y limitados, dependientes absolutos de su Misericordia, y afirmamos que desde el perdón un mundo nuevo es posible, que toda herida puede curarse, que el odio puede desterrarse de una vez y para siempre.

Cuando decimos Padre Nuestro nos descubrimos caminantes a los saltos, peregrinos expertos en andar a los tumbos, y por eso rogamos no caer en la tentación de olvidar que Dios nos ama, de renegar del hermano, de abdicar de la esperanza, de no ser solidarios, de no buscar fervorosamente otra militancia que no sea la compasión.

Los discípulos buscaban una oración arcana que los diferenciara de los otros grupos -como sucedía con los seguidores del Bautista-. Sin embargo, cuando decimos Padre Nuestro quizás no busquemos tanto un distingo, sino volvernos cada día más humanos, tanto como el más humano entre todos nosotros, Jesús de Nazareth, nuestro hermano y Señor)

Paz y Bien


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