Como árboles que caminan

Para el día de hoy (15/02/12):
Evangelio según San Marcos 8, 22-26

(En los sucesos de hoy relatados por el Evangelista Marcos, llama la atención la pasividad de este hombre aquejado por la ceguera. No se mueve, está sumido en la resignación de su mal, a tal punto que son otros los que ruegan por él y lo llevan ante el Maestro.
Es misión primordial de la comunidad ir en socorro y al rescate de quien ha bajado los brazos y ya nada espera.

Jesús de Nazareth no es un sanador milagrero que gusta encandilarse con el reconocimiento público, pues todos los gestos y las acciones de sanación/salvación son signos ciertos de la bondad de un Dios que es Padre y es Madre, y no prolegómenos de acciones espectaculares destinadas a ganar adeptos.
Se trata de volver a reconocernos hijas e hijos.

Por ello mismo, con especial cuidado y gran ternura lo toma de la mano y lo lleva a las afueras del pueblo, éxodo de su rutina de resignación, pascua desde la esclavitud de la oscuridad.
Para Jesús de Nazareth todo es personal, por ello también esa necesidad de reserva y silencio que garanticen un encuentro certero y profundo.

Los pasos siguientes se nos hacen una especie de tratamiento, tan condicionados como estamos por culturas de instantaneidad, éxitos envasados de acción inmediata.
Todos tenemos nuestros tiempos, nuestros desiertos pueden parecerse más nunca serán iguales, la espesura de nuestras oscuridades puede ser mayor o menor.

Sin embargo, todo debe crecer y madurar.

El Maestro hoy nos está preguntando a cada uno de nosotros si somos capaces de mirar y ver, redescubrir qué vemos y cómo lo vemos.
Seguramente, veremos a las multitudes como árboles que caminan, existencias desdibujadas en mares de anonimato, de más de lo mismo, masa informe que sólo refleja estadísticas, nunca vidas, jamás personas concretas.

Sin embargo, es el primer paso de toda liberación de estas cegueras que respiramos.

Porque en el encuentro con Aquél que es la vida y el pan, podemos recuperar a quien habíamos perdido: el rostro real y concreto del prójimo, con sus luces y sombras, mucho más que árboles que andan y que dan frutos.
Recuperar la vista implica redescubrir al otro, y junto al otro encontrar la mirada de Dios)

Paz y Bien




0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba