Huellas



Para el día de hoy (30/09/12): 
Evangelio según San Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
(No es extraño que el portavoz de la inquietud de los Doce sea Juan, en vez del esperable Pedro.

Juan y Santiago -Jacobo- hijos de Zebedeo, eran conocidos como hijos del trueno o Boanerges, caracteres bravos, férreos en su ortodoxia judía y nacionalista; ellos imaginaban un Mesías exclusivo de Israel, tan propio de ellos y solamente para ellos, esa persistente idea de un Mesías victorioso que se abre paso por entre un mar de enemigos.
Así, aquella vez que pasan por una aldea que se rehusaba a recibir a Jesús, pretenden invocar una lluvia de fuego sobre el poblado como castigo al rechazo. Así, cuando descubren a un hombre expulsando demonios en Nombre de Jesús, tratan por todos los medios de impedírselo; esa acción de liberación no surge del círculo íntimo y exclusivo de los apóstoles, por lo cual suponen que no es auténtica y, por lo tanto, ajena y peligrosa.

Sin embargo, el Maestro refuta esa postura. Es el tiempo asombroso y margnífico de la Gracia, de mesa grande, de banquete para todos y no para unos pocos.
Por ello, Jesús de Nazareth expresa que allí en donde acontece el bien, allí -de un modo santamente misterioso- acontece el Reino aunque quien lo efectúe aparezca como ajeno y extraño.

Se trata de saber leer las huellas del paso liberador del Dios de la Vida por la historia humana, y de ampliar el horizonte del nosotros.
Mujeres y hombres que empeñan sus vidas por el bien y la liberación de los demás, sin intereses egoístas ni mezquinos, también son de ese Cristo que por toda la humanidad se sacrifica en la cruz.

Así entonces, comprenderemos quizás que la Iglesia es un recinto mucho más amplio de lo que suponemos, en nuestras aspiraciones elitistas y limitadas.
Así tendremos manos que se ofrezcan para el trabajo y el abrazo, manos francas que detesten violencias y rechazos.
Así nuestros pies serán signos que de hay camino por andar hacia un horizonte de plenitud.
Así nuestros ojos serán capaces de una mirada inmensa, la misma mirada de María, los ojos del hijo iguales a los suyos)

Paz y Bien

Cuestiones de mensajeros







Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Para el día de hoy (29/09/12): 
Evangelio según San Juan 1, 47-51


(A menudo, en la interpretación de la Palabra provocamos demasiados ruidos, es decir, decimos muchas cosas que nacen a partir de nuestros esquemas y necesidades menores antes que permitir/nos una escucha atenta.

Así, como en el Evangelio para el día de hoy, hemos puesto categorías muy mundanas para realidades espirituales, como por ejemplo transladar esquemas de reinado, corte y milicias a cuestiones del Dios de la Vida y sus mensajeros. Por ello quizás -y por ciertos arrastres de siglos- representamos a estos mensajeros como seres alados, con categorías estrictas, con acciones puntuales.
Todo ello, claro está, surge de nuestras potencialidades simbólicas y de ciertos ecos que la Palabra nos despierta.

Aún así, hay algo que no podemos perder de vista: el Dios Abbá de Jesús de Nazareth -nuestro Dios- no es un Dios escindido de nuestra realidad en su omnipotente trascendencia.
Es un Dios que por amor interviene directamente en la historia humana encarnándose en una pequeña muchacha, acampando entre nosotros, quedándose para siempre, señal de que en esta condición humana limitadísima habita una asombrosa dimensión espiritual y eterna.

A través de la historia, Él no se ha quedado en silencio.
Siempre ha habido mensajeros que nos recuerdan su cercanía perpetua, su bondad maravillosa, nuestros corazones hechos su hogar y el fin de toda soledad.

Porque nuestro Dios es nuestra fuerza, Dios es nuestra medicina, Aquél que nos cuida.
Y no hay nada ni nadie como Él)

Paz y Bien

En clave de cruz



Para el día de hoy (28/09/12): 
Evangelio según San Lucas 9, 18-22


(Las preguntas vuelven a formularse: las gentes siguen insistiendo en interpretar quién es ese rabbí galilelo  -para ellos- de acuerdo a la medida que imponen sus necesidades y aspiraciones.

Luego, el Maestro se dirige a sus discípulos -a los Doce, a tí, a mí, a todos nosotros- preguntándonos quién es Él para nuestras existencias, para nuestras mentes y corazones. Y de algún modo, la respuesta de Pedro nos representa en gran medida, habla en nombre de casi todos: Pedro afirma que Jesús es el Mesías, pero aún está prisionero de sus propios esquemas de pertenencia, es decir, Jesús es para Pedro un Mesías victorioso, un Mesías propio -solamente de los suyos- un Salvador victorioso que, inevitablemente, derrotará a sus enemigos.

Quizás por ello les hace guardar silencio, y no difundir imágenes erróneas ni falsas expectativas: aún les falta entender en un conocimiento que está mucho más allá de lo intelectual. Aún carecemos de ese éxodo que implica la Pasión del Señor, porque no debemos estar atados a ideas.
Antes que adherir a doctrinas o adoptar ideas, antes que creer en algo, creemos en Alguien.

Y ese Alguien, Jesús de Nazareth, sólo puede ser comprendido desde las profundidades de los corazones y en clave de cruz, signo de aparente derrota, un cuerpo torturado, un rostro humillado, un silencio impuesto brutalmente.
Pero sabemos que es el amor mayor, y que por la Resurrección la muerte no tiene la última palabra.

Ese Cristo se sacrifica para que no haya más crucificados, ese Jesús se somete a la violencia para que nadie más sea violentado, ese Maestro nos enseña que desde nuestras mismas cenizas y fosos profundos podemos volver a estar vivos, plenamente vivos)

Paz y Bien

Inquietudes




Para el día de hoy (27/09/12): 
Evangelio según San Lucas 9, 7-9


(Como cualquier personaje público de cierta relevancia, Jesús de Nazareth suscitaba diversos tipos de inquietudes en los contemporáneos de sus tiempos de predicación.
Para algunos, era un profeta de antigua data; para otros, Juan el Bautista redivivo. Para otros, Elías, que volvería a restaurar al Israel sometido.
Todos y cada uno de ellos lo encasillaban de acuerdo a las expectativas previas que tenían, es decir, intentaban descubrir en Él si descubrían aquello que dejara satisfechas sus necesidades e inquietudes.

En el caso del tetrarca Herodes, el tema se parecía pero la inquietud era otra; él reconocía abiertamente ser el causante del asesinato del Bautista, y ante el crecimiento de la figura del Maestro, se le encendían las alertas. No fuera a ser que otro más, otro profeta, viniera a cuestionar su poder.
En su ansia de querer conocerlo comienza a cernirse otra amenaza más sobre el horizonte para Jesús. Porque los que son de Dios y hacen las cosas de Dios siempre son una amenaza para los poderosos.

La intención de la Palabra es manifiesta: así como los judíos y gentiles del siglo I se preguntaban quién era ese rabbí galileo, nosotros -mujeres y hombres de este siglo tan complejo- hemos de volver a preguntarnos quién es para nosotros este Jesús que está vivo y presente entre nosotros, pero el auténtico, el verdadero, no tanto el que nosotros esperamos de acuerdo a nuestras limitadas aspiraciones o pequeñas mezquindades.

Y también, en las ansias escondidas de tantos que están a la deriva, sin luz ni esperanzas.
Quiera Dios que seamos portadores de esa inquietud, río de agua viva que desemboca en mares de paz y vida plena)

Paz y Bien



Convocatoria y envío







Para el día de hoy (26/09/12): 
Evangelio según San Lucas 9, 1-6

 
(Si bien la Palabra para el día de hoy no es muy extensa, no por ello es menos intensa.
La convocatoria del Maestro es en tiempo presente y para todos y cada uno de nosotros, yendo en primer lugar a las Galileas de todos los márgenes.

Nada hemos de llevar: seremos pobres en medios para que éstos no se vuelvan más importantes que el fin mismo, se trata de ser pobres como Jesús, se trata de hacernos hermanos del que de todo carece.
Se trata de confiar en la Providencia, santa mano de Dios que no nos deja librados a nuestra suerte.

Y el envío es misión de alegría y liberación. Craso error cometemos si suponemos que se trata de ganar adeptos o hacer proselitismos que engrosen el número de participantes de una confesión.

Se trata de anunciar la mejor de las noticias, noticia de alegría perpetua, de que la muerte no tiene el final, de que Dios es un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida.

Se trata de liberar al prójimo -cercano y lejano- de todo aquello que lo golpea y somete, que lo doblega e impide vivir en plena humanidad.

Se trata de anunciar que creemos en Alguien antes que en algo, y que por eso mismo queremos que vuelva a florecer la hospitalidad, que toda casa sea hogar de hermanos.

No es tarea de ingenuos, sino misión de mujeres y hombres que confían y permanecen fieles porque se saben acompañados -nunca solos-, y porque no hay tarea mejor que anunciar la Buena Noticia para que acontezca aquí y ahora el Reino)

Paz y Bien

Rasgos familiares


Para el día de hoy (25/09/12): 
Evangelio según San Lucas 8, 19-21

(En los tiempos de la predicación de Jesús de Nazareth la familia tenía una relevancia fundamental: a través del clan se sustentaba la identidad nacional judía, que estaba amenazada por generaciones de diásporas e imperios que la subyugaban. 
Esa estructura familiar era férrea y, a su vez, se basaba en los preceptos de la Ley mosaica, y se trataba por todos los medios de evitar cualquier desvío.

Con Jesús, las cosas para su clan se complican en extremo: Él no se comporta tal como sus parientes esperaban que lo hiciera. En cambio de quedarse en su Nazareth natal, abocarse al trabajo de su padre para el sustento de los suyos y formar una familia, se ha largado a los caminos a anunciar cosas extrañas, a hablar en nombre de un Dios al que llama Abbá -Papá-, inclinándose abierta y peligrosamente del lado de los indeseables, los impuros, los enfermos, los que no cuentan.
No conforme con ello, no tiene reparos en enfrentarse sin dudarlo con los escribas, sacerdotes y doctores de la Ley.

Por ello mismo sus parientes se llegan a Cafarnaúm -aproximadamente a 40 km de su Nazareth- para hacerlo entrar en razones. Otro de los Evangelistas nos cuenta que varios de entre su parentela lo creían loco o fuera de sí.

Allí en Cafarnaúm, la multitud se agolpa a las puertas de la casa en donde el Maestro reside temporariamente. Los suyos no pueden atravesar ese muro humano, y quieren enviarle un mensaje a través de alguien cercano.
A primera vista y de modo superficial, la respuesta de Jesús supone una ruptura con los lazos familiares tradicionales, especialmente frente a la requisitoria de los suyos.
Pero hay más, siempre hay más.

Jesús de Nazareth constituye una nueva familia que no estará ligada por la sangre o por lo social, sino por una urdimbre mucho más profunda y perdurable. 
Así, su padre y madre, sus hermanos y hermanas serán aquellos que escuchen la Palabra de Dios y la hagan vida.

Por ello, en muchas mujeres y hombres podemos intuir y descubrir sus rasgos familiares, allí en donde florezcan la fraternidad y la compasión, el interés por el hermano, la mesa dispuesta para todos, el pan que se comparte y la misericordia que se respira. 
Y hemos de aspirar a descubrirnos sus parientes más cercanos, para mayor gloria de Dios y bien de los hermanos.)

Paz y Bien

María de la Merced, canción de liberación


Nuestra Señora de la Merced
 
Para el día de hoy (24/09/12): 
Evangelio según San Juan 19, 25-27

(Madre y discípula de Jesús de Nazareth, Madre del discípulo amado allí, al pié de esa cruz de dolor terrible y amor infinito, Madre de todos los que sufren, los abandonados, los que agonizan en soledad, los que se muerden su rabia a causa de la injusticia, los presos de toda cautividad.

Ante todo Madre.

Porque falta el vino, el vino de la plenitud, el vino de la alegría, el vino de la libertad, y Ella sigue atenta a las necesidades de todas sus hijas e hijos. 

Muchacha campesina de pies descalzos y ojos enormes, que se pone en marcha sin demoras ni vacilaciones cuando hay necesidad, cuando surgen clamores de socorro, sabia por conocer que el encuentro produce alegría y canción, canción de liberación a un Dios que es misericordia, que protege a los pobres, que levanta a los caídos y ensalza a los humildes, que derriba a los poderosos, que dispersa a los que se creen más que los demás, que nos llueve esperanza y paz, que libera a los oprimidos y rescata a los cautivos, que siempre cumple sus promesas de Salvación de edad en edad, a través de toda la historia,

Ella, rostro materno de Aquél que es Padre y también es Madre nos recuerda a todos que la merced/misericordia sustenta al universo y transforma la faz cruel del mundo, volviéndonos cada vez más humanos como el más humano de todos, ese Hijo suyo al que le habla de nosotros, Jesús de Nazareth.

María presencia, María madre, María liberadora que se llega a los que ya nada esperan con la mejor de las noticias y que nos impulsa a otros tantas hijas e hijos a hacer propio el sufrimiento que antes era solamente ajeno.

Madre redentora, consuelo de nuestros corazones doloridos, socorro perpetuo de nuestros andares, auxilio en nuestras zozobras, con la vida siempre en ciernes creciéndose en su corazón enorme, Madre de la Merced.

Para mis hermanas y hermanos mercedarios y para varios más, hoy es el día de la Madre y lo celebramos con esperanza humilde que no se apagará, porque no vamos solos)

Paz y Bien




Las cosas que hemos dejado de lado



Para el día de hoy (23/09/12): 
Evangelio según San Marcos 9, 30-37
 
(Como en numerosas ocasiones, los acontecimientos importantes suceden en la casa, ámbito familiar y hogareño; ello no es casual ni circunstancial, se trata de cuestiones de signos y símbolos.
Es que la nueva comunidad reunida alrededor de Jesús de Nazareth, comunidad mesiánica y de salvación, elige ese lugar abierto en donde todos y cada uno son importantes, parte de una misma familia, espacio en donde acontecerá la hospitalidad hacia el viajero extranjero, en donde las mujeres son valoradas en su totalidad y los enfermos y pecadores, despreciados y réprobos encuentran sitio. Es familia nueva ligada por algo mucho más decisivo que los lazos biológicos.

Antes de la llegada a la casa, Jesús iba andando por los caminos rodeado solamente por los suyos, y en ese momento es cuando Él les enseña: debe ser que para aprender verdaderamente las cosas del Reino es menester la cercanía y la intimidad con el Maestro antes que la multitud que se agolpa y en donde las personas se desdibujan.
En esa caminata les revela lo crucial, les adelanta los terribles y decisivos hechos de su Pasión. 
No es la primera vez que se los anuncia, pero ellos siguen sin entender; permanecen atrapados en sus esquemas de un Mesías glorioso y exitoso que arrollará a los enemigos de Israel. No quieren aceptar a un Servidor sufriente, pleno de derrota aparente que será humillado por sus enemigos.
Pedro había, en su momento, reaccionado con virulencia ante esta idea, y fue rechazado con severidad inusitada por el Maestro. Por ello mismo, ellos -aún sin entender- no se atreven a preguntar y así sus ansias quedan enfocadas entre ellos mismos, en fogosa dialéctica que pretende determinar quien es el mayor entre ellos.

La discusión y la enseñanza se traslada al ámbito del hogar. Allí, irrumpe en la escena un niño al que Jesús estrecha entre sus brazos. No es una imagen a idealizar, una estampa de romanticismo barato ni de emoción pasajera. Es toda una definición: un abrazo implica la fusión entre dos identidades.
Por ello quien reciba a un niño como lo más importante, y lo cuide y proteja, está recibiendo a Jesús, y está recibiendo a Aquél que lo ha enviado.
Y más aún: nuestros éxodos implican también esa identificación total con los más pequeños, al mismo modo del Señor, y eso precisamente es lo que hemos dejado de lado.
El Reino es tierra nueva de servidores humildes que sólo ansían el bien del otro antes que el propio, que se hacen los últimos junto a los que no cuentan, y que abrazan a Dios sirviendo a los que para el mundo nada cuentan ni importan, misión decisiva de Jesús de Nazareth, misión de su familia, esto que llamamos Iglesia)

Paz y Bien

Confianza campesina








Para el día de hoy (22/09/12): 
Evangelio según San Lucas 8, 4-15


(La parábola del sembrador es, en cierto modo, bastante incómoda. Pues en el núcleo de la misma no se habla de la Gracia, del cielo, de Dios sino que Jesús de Nazareth se refiere a cosas muy temporales y seculares de una actividad que tanto Él como sus oyentes conocen bien.
Por un lado, es una clave de misión que quizás hemos dejado de lado, y es precisamente dialogar con nuestros contemporáneos en el mismo idioma y a partir de lo conocido, de lo vivido a diario.
Por otro lado, subyace el aquí y el ahora de la Salvación: la eternidad se entreteje en la cotidianeidad antes que en los templos, lo sagrado se nos crece entre las vicisitudes de cada día, en todo instante y no tanto en momentos específicos.

Además, el sembrador actúa con una confianza que desestabiliza, la misma mansa confianza que descubrimos en nuestros campesinos. El sembrador tiene oficio y saberes, pero ante todo confía en la potencia escondida de la pequeñísima semilla que vá esparciendo. Sabe de el actuar peligroso de muchas aves voraces, sabe también que hay espinas que no permiten un crecimiento alto y que hay pedregales que conspiran contra la misma vida que germina, pero aún así no se detiene.
El sembrador continúa porque, con todo y a pesar de todo, esa semilla en las entrañas de la tierra fértil rendirá frutos increíbles, asombrosos e imprevisibles.

Nuestros corazones son esa tierra fértil, tierra caminante que palpita. A pesar de tantas piedras, de las cizañas que nos suelen adjudicar y de esas aves de rapiña a las que, a veces, dejamos anidarse en nuestros sembrados, tenemos la certeza que desde la confianza, los frutos serán magníficos, aún cuando estos terrenos se nos aparezcan minúsculos.

El Reino crece aquí y ahora, el Reino florece, el Reino ahora mismo brinda frutos maravillosos con el impulso imparable de la Gracia)

Paz y Bien

Tus malas compañías



San Mateo, apóstol y evangelista

Para el día de hoy (21/09/12): 
Evangelio según San Mateo 9, 9-13

(No le importaba mucho al Maestro lo que se dijera de Él o de las gentes con las que se reunía; a menudo, esas compañías provocaban murmullos de reprobación y escándalos.
Aún así, lo que cuenta no es tanto lo que se vé sino más bien todo lo que se puede llegar a ser y a hacer en su amistad.

Es toda una enorme señal: la Iglesia naciente se compone, especialmente, de invisibles -mínimos pescadores galileos- y de réprobos como Mateo.

Mateo el publicano, despreciado con militante fervor por sus paisanos. Ubicado por ellos en la misma categoría moral que las prostitutas: recaudaba gravosos impuestos para el opresor romano, y esa recaudación se incrementaba para que el publicano hiciera una jugosa diferencia en su favor. Por ello mismo muchos publicanos amasaban enormes fortunas a costa de la miseria de muchos.
No sólo por estas cuestiones, sino también por las férreas leyes de pureza religiosa, todo publicano se encontraba excluido de la vida comunitaria; era sumamente improbable que ningún judío trabara franca conversación con ellos ni que -mucho menos- compartiera mesa y pan.
Por añadidura, esta clasificación negativa presupone la inhabilitación perpetua: se infiere que cualquier publicano -impuro, pecador despreciable- no tiene retorno, jamás ha de cambiar.

Pero Jesús de Nazareth tiene la misma mirada de Dios, ojos lejanos que llegan a las honduras de los corazones y que no se obnubilan por el presente, por más ominoso y oscuro que se aparezca. Esa mirada bondadosa es capaz de ver a mujeres y hombres capaces de aceptar el perdón y atreverse a reconstruir sus existencias, porque lo que perdura es el bien y el mal no es definitivo.

Mateo se siente redescubierto en su humanidad por ese Cristo caminante, y es un hombre nuevo, renovado, que se pone de pié -con todo y a pesar de todo- y lo sigue. El abandono de su mesa de impuestos  es señal de una vida malsana que puede dejarse atrás: lo que cuenta es el camino a recorrer.

Quizás la misión de la Iglesia tenga como prioridad rodearse de malas compañías, y es algo que hemos olvidado, tan preocupados estamos en nosotros mismos.
Porque se trata de que el Maestro vuelva a pasar junto a nosotros y a tantos, que nos llame, que nos sentemos juntos a una mesa inmensa y que vuelva a florecer la Misericordia, pues eso es lo único que cuenta)

Paz y Bien

De insolvencias y gratitudes



Para el día de hoy (20/09/12):Evangelio según San Lucas 7, 36-50

(Si nos atrevemos a recorrer el ascendente camino de la sinceridad, hemos de descubrir la pesada carga de todo el mal que portamos -eso que llamamos pecado-, tanto lo que hemos infringido al otro como nuestras gravosas omisiones. A veces, es más doloroso el bien que no se realiza antes que el dolor que se aplica.
Así, hemos de descubrirnos totalmente insolventes frente a Dios, mendigos permanentes de su perdón y su compasión. Porque si seguimos lógicas de justicia según nuestra razonabilidad, sinceramente no tendríamos escape.
La magnitud de nuestras deudas es tal que, en ese criterio, se tornan impagables.

En el Evangelio para el día de hoy nos encontramos con dos deudores, Simón el fariseo y una mujer innominada a quien precede una muy mala fama. Esos dos deudores -todos somos tales- tienen dos posturas muy distintas y contrapuestas con las acreencias que mantienen para con el Dios de la Vida.

Simón se sabe pecador, pero en su universo de miras estrechas infiere que ganará el perdón si cumple estrictamente con leyes y normas piadosas que lo volverán puro y santo: no hay lugar en esa mentalidad para la intervención milagrosa de Dios, basta con cumplir con exactitud los preceptos y sabernos especialmente buenos, los mejores, los que nos salvamos si nos purificamos.

Esa mujer tiene una actitud contrapuesta: se ha enterado que Jesús de Nazareth se encuentra en la ciudad, que está próximo, que se ha aprojimado a sus miserias. Ella descubre que Aquel que anuncia la mejor de las noticias y es portador de la asombrosa misericordia de Dios está allí.
No sólo es repudiada por los pretendidamente buenos; ella misma se reconoce quebrada, imposibilitada totalmente de hacer algo para lograr el perdón de todo lo que lesiona su alma. Ella se diferencia de Simón porque reconoce que el perdón no se adquiere, el perdón es don de Dios que escandaliza a almas de miradas estrechas y que se expresa en la mirada inmensa de Jesús.

Tiene una actitud de inefable coraje: ingresa en un ambiente que le es decididamente hostil y adverso, pleno de desprecios, pero la moviliza su confianza en Aquél que primero nos busca, y quizás los colores primordiales de la fé sean ese coraje y esa confianza que nos despiertan de cualquier comodidad y nos impulsan a atravesar muros muy inhumanos.
Se ubica detrás del Maestro, casi escondida y en los márgenes de la cena: no sólo se encuentra excluída socialmente, sino que también se margina de todo protagonismo. En el gesto amoroso de secar los pies ungidos del Señor con sus cabellos, también descubre su cabeza en un indudable gesto de no esconder su condición de mujer de mala fama. 
Ella unge al Maestro con perfume, lava sus pies con sus lágrimas y los seca con sus cabellos: son todos gestos de amor y ternura que acontecen como gratitud por saberse perdonada, por descubrir a través del rabbí galileo que Dios ha condonado una deuda impagable.

La actitud de Simón rebosa de escándalo porque en su fundamentalismo cruel no tolera ni la condición de esa mujer, ni que Jesús la admita como hija y hermana a la mesa, ni que se perdonen sus pecados.
En realidad, lo que no acepta la maravillosa Gracia, el amor misericordioso e incondicional de Dios para con todos y no para con unos pocos elegidos, y por ello mismo no agradece y se vuelve incapaz de comprender y agradecer.

El perdón es lluvia fresca que renueva estos desiertos que somos, y la misericordia de Dios es infinitamente mayor que la peor de nuestras miserias. 
Porque es Dios quien sale a nuestro encuentro, un Padre que busca a sus hijas e hijos perdidos, una Madre que se desvive por los extraviados)

Paz y Bien

Incomprensiones

Para el día de hoy (19/09/12):
Evangelio según San Lucas 7, 31-35

(La crítica de Jesús a sus contemporáneos es dura, pero no se acota a una edad histórica determinada, sino que sus ecos llegan hasta nuestros días y han de perdurar por siempre.

Dios interviene en la historia humana de múltiples modos y a través de gentes de muy distinta condición, carácter y modos. Por ello mismo, una de las claves de la existencia es encontrar el paso bondadoso y salvador de Alguien que siempre está más allá de nuestros esquemas previamente establecidos.

Así, lo encontraremos en el gesto adusto y ascético de muchos profetas como en Bautista y tantos otros, mujeres y hombres incuestionables en su integridad y que, invariablemente, su sola presencia cuestiona toda corrupción, todo lo que es opuesto a la vida.

Pero también lo encontraremos en aquellos que siempre están invitando a compartir el pan, los mismos que a nadie excluyen de su mesa, mujeres y hombres que son capaces de descubrir en cada ser humano a un hermano y que detestan con fervor toda exclusión, y que les duele hasta los huesos cuando alguien falta y cuando en nombre de determinados preceptos se deja fuera de la vida a tantos.

Sin embargo, de modo caprichoso y hasta pueril, hay quienes rechazan a unos y a otros, sin saber a ciencia cierta si se trata del rechazo por el rechazo mismo o una soberbia que impide cualquier novedad

Así rechazaron con modos destemplados tanto al Bautista como a Jesús, y al querer desmerecerlos, sin quererlo los honraban.

A Jesús de Nazareth le han hecho el mejor de los elogios: amigo de pecadores.
Nuestro amigo y nuestra esperanza)

Paz y Bien

Los que se atreven a la compasión

Para el día de hoy (18/09/12):
Evangelio según San Lucas 7, 11-17


(La procesión lleva una pesada carga, y no es precisamente el féretro que portan.
La muerte ha mordido con fauces crueles, esa mujer ya ha perdido a su esposo y ahora, ese hijo que le daba sentido a su existencia y que era su sol también se ha ido.

Como sucede casi siempre, los ritos mortuorios están hechos para acentuar el dolor y sumergirse en un duelo insoportable.

La procesión acompaña a la viuda de Naím en su llanto pero también en su resignación y en la subordinación de sus almas ante lo inevitable, y ante la crudeza de una realidad que es difícil de aceptar y justificar.
Con toda probabilidad, hay expertos que están aguardando a que la multitud llegue para brindar palabras exactas acerca de la muerte y los fundamentos de una esperanza postrera. Ellos pueden comprender el sufrimiento de manera aproximada, pero sólo son capaces de razonar la resignación y ahondar las heridas.

Pero la compasión tiene el color del aquí y el ahora, porque las lágrimas y la derrota siempre suceden en tiempo presente.

Por calles paralelas, otra multitud también camina.
Es un famoso rabbí galileo, que ingresa a Naím acompañado de sus discípulos y de muchísimas personas. Su fama lo precede, y sin dudas los suyos están aplicados a que no pierda el tiempo, a que se vuelva eficiente en la enseñanza de ese Reino tan extraño que predica.

Y acontece lo inesperado; Él no se deja arrastrar por esa corriente que espera acciones puntuales de su parte.
Él se detiene con-movido por una compasión entrañable. Se le hace intolerable el llanto de esa mujer, y ante las miradas asombradas de todos, se acerca a ella con gestos que expresan que no se rinda, que todo no ha terminado, que no llore.
Su mano toca sin miedos el féretro, y aquí haremos un alto: las rígidas normas religiosas de la época implicaban no tocar ni a un fallecido ni a objetos que estuvieran en contacto con el mismo, bajo apercibimiento de volverse impuro y de ser reducido al ostracismo social y comunitario.

La verdad, a Jesús de Nazareth no le importa. Lo que cuenta es el dolor que agobia a esa mujer y a tantos, y por eso no vacila en tocar el ataúd.
Su palabra es fuerte, su palabra es decisiva, su palabra recrea, y el joven hijo que parecía irremisiblemente perdido en las sombras de la muerte se yergue vivo y comienza a hablar, frente a esa multitud que subrepticiamente se silencia por el estupor, el temor y el asombro.

No caeremos aquí en la trampa fácil de reivindicar acciones que sólo anestesian el sufrimiento, discursos a medida de la situación crucial de la muerte y la pérdida de alguien amado, gestos torpes que acentúan la tristeza y ensanchan el caudal de lágrimas.
Porque la compasión -com-pathos- es asumir como propio el dolor del otro.

Como discípulas y discípulos, como Cristos de nuestros días, quizás nos hemos habituado a una confortable espera, aguardando de que los doloridos de todo lugar se lleguen a nuestros sitios.
Pero el Reino de Abbá Padre de Jesús de Nazareth es movimiento, es ir, es ponerse en marcha, es animarse a desafiar confiados a esa muerte que a menudo campea en muchos sitios y de diversas maneras, y no siempre en los duelos y en camino a los cementerios.

Hay que atreverse, porque la vida prevalece y de su mano todo es posible)

Paz y Bien


Desde la Galilea de la periferia

Para el día de hoy (17/09/12):
Evangelio según San Lucas 7, 1-10


(Cafarnaúm pertenecía a la región Galilea; es tierra judía -parte de la tierra santa- pero por varios factores los paisanos del lugar eran mirados con recelo y desprecio por la ortodoxia imperante en Judea y, especialmente, en la Jerusalem del Templo.
Entre estos judíos de segunda, tercera y cuarta categoría -kelpers de su fé- Jesús de Nazareth comienza la proclamación del Reino que acontece ya entre nosotros, siendo Él mismo otro marginal más, varios escalones por debajo del resto de las personas habitualmente respetadas. La Buena Noticia florece entre los que no cuentan.

Allí mismo, sucede lo que nos relata el Evangelista en la lectura para el día de hoy.
Se trata de un centurión, un oficial del ejército imperial romano que sojuzga a Israel, que somete al Pueblo Elegido y mancilla la Tierra Santa mediante la fuerza. Además del rechazo que provoca su condición militar, seguramente y para colmo de males es un pagano.
Es decir, es un imperialista, un extranjero y un pagano, un abismo insalvable para tantas razones mezquinas.

Con todo, es un hombre respetuoso de esas gentes; a pesar de ser un opresor, no humilla a sus conquistados.
En esos menesteres, un sirviente suyo cae enfermo sin remedio ni cura, y ese soldado conoce de oídas la fama y las acciones del Maestro. Él se sabe rechazado de antemano, opuesto al profeta nazareno, y por ello se dirige a Él a través de otros.
Su estatura moral es tan enorme como su humildad y su confianza en el Maestro: por ello mismo, Jesús reivindicará expresamente el valor de ese corazón pleno de fé.

A pesar de ser extranjero, pagano y soldado invasor, es un cristiano íntegro, un discípulo incógnito, un hermano anónimo.

Entre nosotros viven muchos centuriones, mujeres y hombres íntegros capaces de que la fé y la confianza florezcan en sus corazones, esos mismos que en silencio construyen sinagogas y nos crecen en su respetuosa presencia. Ellos son amados por ese Cristo que a todos cura, y al que no le importa tanto pertenencia religiosa, política o ciudadana como tanto la confianza y la fé.
Una fé que se decide en una persona: somos creyentes porque estamos unidos a ese Jesús Resucitado antes que adherir a dogmas o doctrinas.

Allí, en esas Galileas de toda periferia, nos volveremos capaces nuevamente de los asombros, porque la Salvación siempre es en tiempo presente, en donde menos se la espera y en quienes se supone ajenos, siendo los más propios, los más cercanos)

Paz y Bien

Ese Mesías inadecuado

Para el día de hoy (16/09/12):
Evangelio según San Marcos 8, 27-35


(Jesús de Nazareth estaba en ruta hacia la Cesarea de Filipo, territorio pagano y vasallo de los romanos. Allí, lejos de la influencia contundente del Templo y de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas -un ambiente no judío más laxo en el pensamiento- pregunta a sus discípulos acerca de que es lo que dicen y piensan acerca de Él las gentes.
En ese espacio más libre de la rigidez de la ortodoxia, quiere saber como lo identifican, si tiene importancia para sus vidas.
La pregunta es clave para todos los tiempos, y es raíz de toda acción misionera, saber qué piensa la multitud acerca de Jesús.

En realidad, es mucho más que una encuesta de tendencias o de opinión pública: se trata de saber que significa Jesús de Nazareth para todos y cada uno de nosotros, y su relevancia en nuestras existencias.
Así, le responderán que un profeta al modo del Bautista -o mejor dicho, el mismo Bautista-, otros un profeta al modo de Elías en su carro de fuego, o simplemente otro profeta/mensajero, portador de anuncios y denuncias. Pero lo verdaderamente decisivo sucede a continuación, y es quien es Jesús de Nazareth para aquellos que supuestamente están cerca de Él, los que aprendieron las cosas del Reino que Él les ha enseñado pacientemente.

Pedro se convierte en portavoz de los Doce, y responde de manera aparentemente exacta. Jesús es el Mesías, declama con contundencia.
Sin embargo, lo que está implícito en su respuesta es que es un Mesías a la medida de su mentalidad y conveniente a sus intereses, un Mesías que viene a reinar y a redimir al Pueblo Elegido, un Salvador exclusivamente para los judíos. En su respuesta, confronta con ese Maestro que no se acota a propios y ajenos, un rabbí que convida a su mesa a todos por igual, escandalosamente inclinado a los extranjeros, a los impuros, a los que no son como nosotros.

Y el Maestro, en ese lugar tan distinto a lo conocido, tan impropio e inesperado como puede ser un sitio en el que uno se sienta extranjero y ajeno, allí revela el insondable misterio de su misión, y por tanto, de su existencia.
Se revela como un Cristo pero muy diferente al molde requerido por viejos esquemas. A contrario de lo celestial y glorioso, Él se reconoce como Hijo del Hombre, pleno de humanidad, y cuyo destino estará signado por la cruz, por el rechazo, por el sufrimiento y el sacrificio, un Mesías muy inconveniente, un Cristo aferrado a la derrota, que rechaza honras y poderes, títulos y prebendas, un Servidor de todos y para todos.

Por eso Pedro lo reprende con virulencia, lo que plantea es completamente inadecuado y pretende corregirlo, y por ello mismo Pedro se vuelve satánico en el sentido primordial del término, es decir, adversario del proyecto eterno de Dios.

En cierto modo, también somos a nuestra manera Pedros del rechazo y la reconvención.
Nos hemos apropiado del Redentor, y pretendemos un Cristo adaptado a nuestras mezquinas expectativas, un Mesías light de los altares y las imágenes, y no ese Jesús de la entrega y el sacrificio, de la vida que se ofrece, de la cruz, la confianza y la fidelidad a pesar de tanto horror.

Por ello, hemos de descubrir Su verdadero rostro poniéndonos al hombro estas cruces que puntillosamente nos elaboramos, y también darle una mano fraterna a aquellos que han sido doblegados por la carga insoportable de tanto dolor gravoso en sus existencias, de tantas cosas que los sojuzgan y someten.

Porque la mejor de las noticias es que Dios nos ama al extremo de asumir en sus espaldas todas nuestras miserias y resumirlas en el cadalso de maderos cruzados, para que todos estemos plenamente vivos, para que nadie más sea crucificado.)

Paz y Bien

Había que estar allí

Nuestra Señora de los Dolores

Para el día de hoy (15/09/12):
Evangelio según San Juan 19, 25-27


(Había que estar allí.

Ese hombre que agonizaba en el patíbulo de maderos cruzados, moría casi en soledad.

La religión oficial y predominante lo había excomulgado por blasfemo, por impuro, por loco. Y ahora se llegaba al extremo de los desprecios, pues todo condenado a la horca o a la cruz era automáticamente considerado un maldito.

Para el poder imperial se volvió un peligroso alborotador y subversivo: es preferible liberar a un violento Barrabás antes que a ese rabbí manso galileo.
La cruz responde a la eficacia romana a la hora de matar; la cruz es patíbulo romano por excelencia, los devotos de la ley mosaica tienen otros modos muy distintos -especialmente la lapidación- para deshacerse de los condenados peores.

Había que estar allí.

La vida que se le apagaba se aparecía como un fracaso total, abandonado por sus compañeros, negado expresamente por otro, vendido y traicionado por unas pocas monedas por alguien muy cercano que recorrió junto a Él años y caminos.

Había que estar allí.

Ella no se había ido. Permanecía de pié junto a la cruz junto a otras mujeres y al discípulo amado, ese discípulo que los que saben identifican con Juan, pero del cual deliberadamente se omite su nombre. El discípulo amado somos tú y yo, todos y cada uno de nosotros, la comunidad, la Iglesia.

Ella soporta el peor de los dolores: ver, impotente, como muere ante sus ojos un hijo, su hijo, malherido por la tortura, consumido por esa cruz voraz, el Hijo que se creció en su seno puro y humilde y puro desde un amor infinito, el mismo del parto en una cueva de animales, el que crió y vió crecer en Nazareth, el Hijo del que se volvió la primera y mejor discípula.

Ese Hijo, en ese momento supremo, se desprende de todo.
Hubiera sido razonable que que se aferrara a sus afectos primordiales, para aliviar -tal vez- el horror de su sufrimiento. Pero Él ni siquiera retiene a su Madre, y por eso mismo la llama Mujer, y la entrega confiado al discípulo que ama y en el que confía.
Ella es una mujer sin casa, y desde ese momento su hogar estará en donde estén los hijos, su casa será la de los discípulos que la reciban.

Mujer vestida de sufrimiento, María de Dolores que, sin embargo, se mantiene firme desde una fidelidad asombrosa.
Es la Mujer que es ante todo Madre y Madre fiel, y que es signo cierto de que el amor prevalece, aún cuando la muerte ande campeando, aún cuando loa noche más cerrada se cierne ominosa sobre todos los crucificados de la historia.

Ella sigue en pié junto a nuestras cruces, para que nos atrevamos a regresar a la vida)

Paz y Bien

La cruz que levantamos

La Exaltación de la Santa Cruz

Para el día de hoy (14/09/12):
Evangelio según San Juan 3, 13-17

(Hoy celebramos la Exaltación de la Cruz.

De por sí, es una expresión controversial y hasta repudiable: en apariencia, implicaría una reivindicación malsana del sufrimiento, una asunción de lo sangriento como vínculo de pertenencia y la dura afirmación de que está bien el dolor, sea cual fuera su origen.

Más aún, la cruz era el patíbulo elegido usualmente por los romanos para ejecutar a los criminales mas abyectos en las diversas provincias del Imperio, tales como Judea y Galilea. Así entonces el ajusticiado se lo presupone marginal por delitos gravísimos, un maldito según la ley mosaica.

Desde esta perspectiva, estaríamos reivindicando el horror, y tristemente sabemos que a través de distintas épocas y en esta Iglesia que amamos no ha sido una postura infrecuente, sino una primacía que nos sigue golpeando.
Pero se trata en verdad de una cuestión de amor entrañable, antes que condición necesaria para una salvación post mortem.

Levantamos la cruz porque ese Cristo agonizante se ha entregado voluntariamente a la brutalidad de sus verdugos para que no haya más crucificados.

Levantamos la cruz porque Jesús de Nazareth es promesa cierta de tumbas inútiles y vacías, de vida que prevalece con todo y a pesar de todo.

Levantamos la cruz porque no es la sangre la que nos purifica, sino ese amor entrañable de Dios que nos ama incondicionalmente, que en el Hijo nos hace a todos hijas e hijos, hermanos para siempre.

Levantamos la cruz porque no hay dolor que sea definitivo, porque la muerte no tiene la última palabra, porque cuando todo se ensombrece ha de destellar la fértil solidaridad de quien deja sus huesos para que otro viva.

Levantamos la cruz porque no hay mayor amor que dar la vida por los demás)

Paz y Bien





La reciprocidad y el principio Misericordia

Para el día de hoy (13/09/12):
Evangelio según San Lucas 6, 27-38


(Desde la historia y la praxis, se entiende y acepta el concepto de justicia como reciprocidad. Traducido esto al ámbito de la ley, se trata de regular y moderar cualquier ímpetu anárquico de venganza, es decir, morigerar las penas que se impongan en proporción a las ofensas o perjuicios cometidos. Así, la llamada ley de Talión -ojo por ojo, diente por diente- implicó un importante avance en el plano del derecho, al normatizar las conductas personal y social.

Asimismo, esta reciprocidad tiene un poder disuasorio; se trata de objetivar las conductas de tal modo que se desaliente las acciones punibles bajo la sombra y el apercibimiento del castigo acorde al mal infringido.

Sin embargo, Jesús de Nazareth ha inaugurado el año eterno de la Gracia, y nada volverá a ser igual, y ello es decididamente revolucionario, imprevisible, maravilloso.

En la declamación, nos puede conmover y hasta podemos realizar profusos discursos al respecto. Pero seamos sinceros: para nuestros limitadísimos esquemas, eso de amar a los enemigos, a los que nos odian, a los que desean nuestro mal implica una asimetría que se nos hace a menudo insalvable. Porque es dable y razonable que el comete un daño o un delito pague, tenga una pena compatible con lo que ha hecho.
Aún así, el mal no se destierra, sino que apenas se contiene.

Por ello mismo es la propuesta del Maestro, y sólo es comprensible y practicable desde una nueva identidad que surja desde el mismo Espíritu de Aquél que ama a todos por igual -buenos y malos- de manera inmensa e incondicional.

Se trata, con todo y a pesar de todo, de volvernos cada vez más humanos, tan humanos a semejanza del que nos sueña, nos crea y sostiene y que ha desandado la distancia insalvable entre la eternidad y la historia encarnándose en el seno puro de una muchacha judía fértil y plena en su fé y en su confianza, Dios con nosotros, Dios entre nosotros.

La historia humana puede reescribirse cuando se descubre a Dios como Padre y Madre, y al prójimo -el cercano y el lejano, el que nos ama y el que nos odia- como un hermano también entrañablemente querido por ese Dios asombroso.

Porque a contrario de nuestros escasos horizontes, la justicia de Dios no es pago ni retribución ni premios ni castigos. La justicia de Dios es la misericordia inconmensurable, que se derrama abundante como lluvia que alivia, perdón que cura, bondad que desoye las ansias de violencia.
Es la red plena de peces, la mesa inmensa, el pan que se parte y reparte, que alcanza para todos y sobra para los que aún no han llegado, es el vino nuevo de la vida que no se agota, es el fin de los imposibles, es la muerte que no decide, es la Resurrección.

La Misericordia es el principio de todo destino y su horizonte.
La Misericordia sostiene al universo.)

Paz y Bien



Un viaje bendito

Para el día de hoy (12/09/12):
Evangelio según San Lucas 6, 20-26


(El sermón del monte es quizás simbólicamente, la inauguración del tiempo pleno del Reino y de la Gracia.
Es inevitable -y también necesario- contraponer el descenso del Sinaí de Moisés con las tablas de la Ley frente a este Dios descendido entre nosotros, Cristo de nuestra esperanza y nuestra alegría. Es el éxodo definitivo de la esclavitud de la Ley a la libertad plena de las hijas y los hijos de Dios, con signo perpetuo de felicidad, de buena ventura.

En la ilógica del Reino, nos liberamos de la carga gravosa de la Ley para volvernos felizmente esclavos de la Gracia.
En la aparente paradoja de la Buena Noticia, la felicidad -la plenitud- es para todos aquellos a los que el mundo considera ajenos a cualquier pequeña parcela de alegría, los pobres, los hambreados, los que lloran. Y también para todos aquellos que se atreven a asumir como propias la pobreza, el hambre y el sufrimiento de sus hermanos, aún cuando esto signifique un desafío a los poderosos, una subversión que implique persecuciones y desprecios, la misma cruz de Aquél que no se reservó nada para sí mismo y en todo se dió a los demás.

Así los ayes que expresa el Maestro son más que una admonición desde una cátedra abstracta, son un bravo llamado a mirarnos corazón adentro, y a interpretar la realidad y la historia en clave del Reino.
Porque sobreabunda la pobreza porque hay muchos que nadan en una opulencia a menudo obtenida a costa del esfuerzo y la miseria de tantos. Porque más que hambrientos hay hambreados, millones sin sustento, y en muchas mesas desborda el lujo. Porque el llanto es también consecuencia de una tenaz indiferencia.

El Dios de Jesús de Nazareth no es un verdugo rápido ni un juez eficaz con su balanza a mano. Es Padre y es Madre siempre dispuesto al abrazo y al perdón.
Pero al fin de nuestros días, los pobres, los hambrientos y los que lloran serán testigos de nuestra fidelidad al Evangelio. Porque ellos son los verdaderos privilegiados, los amados entrañablemente por Dios, y hacer de esta vida un viaje bendito, una buena ventura, quizás sea volverse pobre, volverse hambriento y hacerse llanto para que otro no languidezca en la miseria, para que no agonice en su hambre, para que no sucumba en el abandono y la soledad)

Paz y Bien




Un llamado personal

Para el día de hoy (11/09/12):
Evangelio según San Lucas 6, 12-19


(En cada decisión crucial, los Evangelistas nos relatan que Jesús de Nazareth se retira en soledad a hacer oración, permaneciendo en absoluto contacto con su Padre.
Él se inunda de ese Espíritu que lo sostiene, lo impulsa y siempre está resplandeciendo en Él.

Pero no debemos confundirnos: Jesús no ora a su Padre solamente en momentos críticos o muy especiales. Toda su vida es oración, todo su ministerio es orante.

Así entonces, en total identidad y comunión con Aquél que lo ha enviado, congrega junto a sí a varias personas a los que llamará apóstoles, es decir, enviados.
Esos enviados tienen la misma misión del Maestro, una misión de servicio, de testimonio de esperanza, de sanación que es liberación, una misión que expresa el anhelo eterno del Dios de la Vida, la salvación para todas sus hijas e hijos.

Y ese llamado no es genérico ni abstracto; la vocación siempre se refiere a mujeres y hombres concretos, con nombres y apellidos, con sus más y sus menos, con sus fidelidades y sus traiciones, con sus enterezas y quebrantos. Entre los nombres de los Doce podemos intuir también los nombres nuestros, pues para ese Cristo de nuestra salvación todo -absolutamente todo- es personal.

Algunos, inclusive, se descubrirán con nombres nuevos como Simón Pedro: el llamado que se descubre no es coyuntural ni circunstancial, es tan decisivo que transforma cada existencia desde su misma raíz y nos reconocemos nuevos, recreados.

La tarea es inmensa, pero la Resurrección inaugura el fin de los imposibles y el ocaso del no se puede.
No vamos solos.)

Paz y Bien

Sitios invertidos


Para el día de hoy (10/09/12):
Evangelio según San Lucas 6, 6-11

(La presencia y el ministerio de Jesús de Nazareth en todo sitio y lugar implican una restauración de la plenitud imaginada y deseada por el Dios de la Vida para todas sus hijas e hijos.
Pero por sobre todo, Él invierte lugares de preponderancia e importancia, regresando al centro de la comunidad lo que es verdaderamente importante y decisivo.

Ese hombre tenía reseca y paralizada la mano derecha, mano del trabajo, mano de ganarse el sustento y edificar su dignidad. Al no poder procurarse su pan, depende de las limosnas de otros, y también es víctima de preconceptos religiosos: lo que padece es a causa de pecados -propios o ajenos-, y esa dolencia es motivo de impureza. Por ello se pierde entre la gente que se agolpa en la sinagoga para la celebración del Shabbat, seguramente oculto en los últimos lugares.
Está así al margen de todo, del trabajo, de la comunidad, de la fé: por varios motivos, es lo que -no siempre- entendemos por un marginal.

Esta marginalidad estaba específicamente establecida y naturalmente aceptada; es duro reconocer que nos hemos acostumbrado a convivir con situaciones de marginación y exclusión, aceptándolas con criterios de normalidad aún cuando nuestro discurso declame lo contrario. Y al igual que los fariseos, justificamos con razonamientos profusos y puntillosas exégesis que esto suceda.

Sin embargo, la Encarnación y la Resurrección son la afirmación eterna de ese Dios que descubrimos enamorado de la humanidad, y por el que la vida se hace sagrada.
En esa Gracia, Jesús de Nazareth invierte esos sitios cruelmente erróneos, y ese hombre pasa al medio de la reunión congregada por la fé en la sinagoga, y es símbolo y señal para la comunidad cristiana: el que sufre, el marginal y el excluido ha de ser el centro de la comunidad.
El culto verdadero comienza y se expresa en la compasión y en el socorro.

No hay tarea más santa ni más urgente que alabar a Dios rescatando de la postración a sus hijas e hijos que sufren)

Paz y Bien



Corazones que se abren

Para el día de hoy (09/09/12):
Evangelio según San Marcos 7, 31-37


(Los milagros son acontecimientos de fé, urdimbre santa entre Dios y el hombre, el paso salvador del Creador Eterno por nuestra historia.
En los milagros de Jesús, es necesario prestar especial atención a sus palabras y sus gestos, para no quedarnos en una limitada mirada sobre un hecho aparentemente espectacular, casi mágico.

Nos encontramos en la Decápolis -literalmente diez ciudades- zona pagana de importante influencia helenística ubicada al sudeste de Galilea. No es tierra judía, y por ello mismo es objeto de desprecio en consonancia con la mentalidad religiosa y social imperante.
Trasladando esta situación a lo concreto, es inconcebible encontrar la acción de Dios entre esas gentes...excepto en una expedición de castigo y venganza.

Aún así, la fama de sanador del Maestro trasciende las fronteras de Israel, y traen a su presencia a un sordomudo, rogándole que le imponga las manos, esas manos que confundían mágicas y milagrosas a la vez. Seguramente quieren la salud de ese hombre, pero también quieren la exhibición de ese mago nazareno.
Sin embargo, Jesús de Nazareth siempre avanza a pasos inesperados, asombrosos, y no se deja amoldar a la medida de nuestras mezquinas aspiraciones. Por eso lleva -con infinita delicadeza- a ese hombre a un sitio apartado de la multitud ansiosa de espectáculo, a un ámbito más manso y silencioso que sea propicio para el encuentro con Dios.

El hombre es sordomudo: no puede expresarse, no puede decir lo que piensa y siente, no puede dirigirse a Dios, y sólo puede hacerse entender a medias mediante algunos gestos menores. A la vez, posee oídos inútiles, estériles. Es incapaz de oír y de escuchar, y por ello mismo su capacidad de comprensión es limitada, su acceso a la verdad es mínimo. Por ello, aunque no esté limitado en sus movimientos, es un hombre preso, pues sólo la verdad nos hace libres.

El milagro comienza a acontecer cuando el Señor lo lleva consigo, distinguiéndolo de una masa de gentes que se desdibujan. No le interesa que sea pagano, no le importa que oficialmente se considere a su dolencia como consecuencia de pretéritos pecados y como impureza contaminante.
Allí hay un hijo de Dios que sufre.

El Maestro dirige sus ojos al cielo, a su Padre, y suspira. Es signo de comunión de su corazón sagrado con Aquél que está totalmente identificado, Jesús es Dios y Dios es Jesús.
Pero también suspira porque, si bien ese hombre es el doliente, los sordos y los mudos están entre esa multitud expectante y por todas partes, negando la vida plena a quien no es su igual, despreciando al distinto o al ajeno, abandonando por cualquier motivo al que sufre.

En esa saliva impuesta con delicadeza ese hombre es recreado, y esta tierra andante que somos también ha de ser vuelta a moldear por las manos bondadosas de Dios. Nos hemos hecho demasiado daño, y es necesario que Él nos recupere primero la capacidad de la escucha, para poder pronunciar palabras que sean eco de la Palabra que sustenta al universo.

¡Efatá! vuelve a exclamar para que se disipe todo lo que nos separa, lo que nos encierra, lo que nos impide la comunión fraterna a partir del diálogo fecundo.
¡Efatá! con amor tenaz y persistente, para que tantos corazones cerrados vuelvan abrirse al hermano y a la vida)

Paz y Bien


Niña de nuestra Salvación


La Natividad de la Santísima Virgen María

Para el día de hoy (08/09/12):
Evangelio según San Mateo 1, 1-16.18-23

(María fue una niña amada por sus padres, una muchachita galilea deposada con un carpintero ignoto, una mujer fiel de fé incoercible.
Fue tan concreta, tan real y tan humana que a menudo, en nuestros afectos y devociones, la sobrecargamos de ornamentos, coronas y oros y su rostro de mujer humilde, de mujer de fé y de protagonista de la Salvación se nos desdibuja y se nos aleja.

Ella fue la alegría de sus padres Joaquín y Ana, como lo es todo hijo esperado con ansias y esperanzas. Pero también ha sido amada desde toda la eternidad por Dios, urdimbre santa en la historia de generación en generación, desde las solitarias carpas de un pastor de Ur al exilio egipcio, desde el éxodo liberador de la esclavitud hasta ese embarazo que no estaba libre ni de sospechas ni de graves riesgos.

En cierto modo, la historia de cada una de nuestras existencias puede pensarse así: no somos un accidente fortuito o azaroso, somos la confluencia del amor de nuestros padres, una familia que nos precede y toda una historia extensa que palpita en cada respirar. Y en cada segundo y desde siempre, todos y cada uno de nosotros hemos sido, somos y seremos amados entrañablemente por ese Dios que es Padre y que en María de Nazareth nos revela su maravilloso rostro materno también.

Hoy celebramos el memorial del su nacimiento. Y esa niña que fué bendición y alegría para sus padres, es también para nosotros -hoy mismo- regalo y bendición para todos nosotros.
Por su Si incondicional nos nace el Redentor, Aquél que nos trae la vida definitiva, por su confianza inquebrantable la eternidad se nos teje en nuestra cotidianeidad.

María de Nazareth es símbolo y signo de que Dios nos ama sin límites ni condiciones, y que ha querido quedarse de una vez y para siempre entre nosotros, comenzando por los pequeños desde la más pequeña)

Paz y Bien

De bodas y brindis

Para el día de hoy (07/09/12):
Evangelio según San Lucas 5, 33-39


(La vida eternamente soñada para todas sus hijas e hijos por Dios es celebración y mesa compartida, es alegría que se respira y por la que se brinda.
Es una fiesta de bodas: en ella, los contrayentes -que se unen para que se expanda la vida- ansían compartir su felicidad con sus amigos, con sus seres más queridos.

En el tiempo de la Gracia y la Misericordia, el novio es Jesús el Cristo que estuvo, está y estará entre nosotros. No podemos dejar de celebrar su presencia aquí y ahora, con todo y a pesar de todo.

Es claro que no todo es fiesta, y todo tiene su tiempo. Habrá momentos de silencio, de penitencia, de ayuno solidario, de desprendimiento y soledad, y no está mal.
Los problemas comienzan cuando se desdibuja ese rostro sonriente de Dios con nosotros, y quedamos atrapados en una maraña de rígidas normas de rictus severo, de falsa reverencia, de seriedad en los rostros pero lejanía en los corazones. Y se llega al cruel extremo de imponer religiosas previsiones a los más pobres, y exigir ayuno y tristeza a quienes agonizan en hambre, en soledad y en silencio.

Si hemos sido creados y soñados para la celebración en mesa grande compartida, hemos de prepararnos para un brindis sincero con el mejor de los vinos, vides de misericordia, cepas del Evangelio.
Para beber ese vino -vino que es la preocupación constante de María de Nazareth-, es menester tener odres o barriles nuevos, que honren su nobleza.
Es imprescindible que transformemos estos odres que son nuestros corazones para volver a celebrar la maravillosa presencia de Dios con nosotros)

Paz y Bien

La mirada de Jesús de Nazareth


Para el día de hoy (06/09/12):
Evangelio según San Lucas 5, 1-11

(Para los pueblos y culturas semíticas de antaño -especialmente para Israel y los pueblos aledaños durante el siglo I- el mar representaba, simbólicamente, el caos y todo aquello que se oponía a Dios y entrañaba un peligro cierto para la vida.
Por eso mismo la Palabra para el día de hoy nos florece en tantos símbolos y signos.

Las multitudes se agolpan para escuchar al Maestro; sabemos de la crueldad y las angustias que impone el hambre, y es tan inhumano que no puede ser jamás ajeno a nuestra misión. Sin embargo, hay otro hambre más profundo, una necesidad de sustento más raigal que es el hambre de la Palabra, y que sólo puede saciar Jesús de Nazareth.
Hoy también multitudes andan hambreadas de trascendencia y de verdad, sumergidas en mares que de continuo amenazan con tragarlos y hacerlos desaparecer.

Existen muchos que intentan subsanar esto en la penumbra de sus ambiciones religiosas de adeptos o adherentes. Otros que por miedo navegan de modo escondido y confidencial, cuyo fruto será siempre escaso o nulo y sobrecargará estas mínimas barcas que somos y esta nave que es la Iglesia de desaliento y desesperanza.

Pero la mirada de Jesús de Nazareth es otra. En donde cunde el desaliento, Él descubre esperanza.
Y allí mismo, doblegados por la oscuridad de nuestros esfuerzos estériles, Él vuelve a ver y a hacernos ver posibilidades y misión.
Hay que salir a la luz del día, sin temor, con la capacidad de asombro intacta, con nuestra fidelidad firme, porque frente a la amenaza de ese mar tan terrible, nos descubre misioneros de rescate en redes de vida. Hay muchos pequeños peces a la deriva, muchos peces a los que hay que mantener con vida, muchos peces a los que hay que decirles con certeza inquebrantable que hay mucho más que noche cerrada, que dispersión y soledad, que muerte y ahogos.

Esas redes que nos invita a echar en este mar-mundo son redes especiales -de tan simples y sencillas que son-; son redes que no distinguen entre pequeños y grandes, entre buenos y malos.

Estas redes de Salvación buscan afanosamente incluir a todos sin ninguna excepción para que la vida y la Gracia prevalezcan)

Paz y Bien

De la postración a la diaconía

Para el día de hoy (05/09/12):
Evangelio según San Lucas 4, 38-44


(En los comienzos, la comunidad cristiana comenzó a crecer en espacios extraños: no se quedó atrapada en el ámbito cerrado y hostil de templo y sinagoga, espacio acotado por una multiplicidad cruel de normas y preceptos y corazones cerrados, sitio para unos pocos prohibido para tantos en nombre de un dios vengador y punitivo.
En los comienzos, creció al calor del hogar, de la cotidianeidad y de la familia, y no tanto por una clandestinidad obligada, sino más bien reflejando a un Dios que es familia.

Pero que sería una ingenuidad suponer que es suficiente escapar de la cerrazón sinagogal al espacio más sencillo y cálido familiar: este espacio también debe ser sanado y liberado de muchas cargas y costumbres que arrastra.
Así será la curación de la suegra de Pedro, y es signo y símbolo de muchas cosas y situaciones que, hoy por hoy, aguardan la liberación por la Gracia.

La suegra de Pedro arrastra varias condenas: es mujer -está en un escalón social y religioso menor-, es anciana -se espera de ella sólo la muerte- y está enferma -la enfermedad entendida como condena y castigo por pretéritos pecados y como señal de impureza que remite al ostracismo-.

El gesto del Maestro no es circunstancial, nada en Él está teñido de casualidad, todo lo que hace y dice es eterno. Por ello y ante el asombro de los presentes, Él se inclina y toma su mano, e increpa al mal para que desaloje su existencia. Es proyecto y misión, es inclinarse decidida y abiertamente hacia el que sufre, hacia quien está postrado de dolor, hacia el que está condenado a la soledad, y restaurar su vida, y declarar con voz fuerte que es tiempo nuevo, que el mal no tiene lugar entre nosotros.

Lo que sucede a continuación no es menor, no es un milagro más: cuando el Señor se hace presente, acontece un nuevo éxodo, y será el paso de una vida esclava de tantos dolores y prisiones a la tierra prometida de la Gracia y la vida plena. Cuando suceden la misericordia y la compasión, se desaloja toda postración y la vida renovada se pone a servir.
Quizás en nuestros torpes horizontes menores, suponemos que la suegra de Pedro -ya sanada- se dedicará a las cosas de la cocina. Al fin y al cabo, se trata de una mujer.
Nada de eso.
Ella se pone a servir a los demás como ministerio, como diaconía que es mucho más que cuestión de culto, es decisión vital y es sitio preferencial en la comunidad cristiana, mesa grande de amigos, hermanos y servidores.

Es claro: cuando nos topamos con algo tan asombroso, la tentación es apropiarnos del Cristo, que sea sólo para nosotros, que quede nomás entre nuestras paredes.

Pero no puede acotarse ni detenerse la Buena Noticia, y es preciso que el maravilloso anuncio y la presencia de liberación de Jesús de Nazareth llegue a todas partes, comenzando por los más pequeños, por los que no cuentan, como sucedió con aquellos pescadores, con los enfermos del lugar, con las mujeres y los niños)

Paz y Bien


Auctoritas


Para el día de hoy (04/09/12):
Evangelio según San Lucas 4, 31-37

(Jesús se ha trasladado desde su Nazareth natal hasta Cafarnaúm; en su querencia, sus paisanos han rabiado ante la novedad, han querido matarlo. Pero nada ni nadie puede detener su ministerio, así como tampoco puede frenarse el anuncio de la Buena Noticia en cualquier época y lugar.

Cafaranúm no es un lugar aleatorio: es dable suponer que Él se instala allí por la importancia de la pequeña ciudad a orillas del mar de Galilea. En ella confluían dos importantes vías terrestres, una ruta que se llegaba de Transjordania y se dirigía hacia el sur y la otra que iba hacia el norte, más precisamente hacia Egipto: a partir cruce de caminos se podía favorecer la difusión de la Buena Noticia y el encuentro con muchas gentes, con los viajeros.
Es que, a la hora de la misión, no está para nada mal utilizar toda la perspicacia y aplicar la inteligencia para buscar buenos frutos.

Las gentes se admiraban, ante todo, del modo en que hablaba Jesús. Es que los escribas y doctores de la Ley se basaban en los comentarios de los comentarios, es decir, volcaban sobre el pueblo todo un bagaje de conocimiento, exégesis y casuística fundada en diversos autores, a menudo citándolos. Así, y quizás sin advertirlo, desviaban la atención de la Palabra de Dios y la hacían prácticamente inaccesible.
Jesús es distinto, radicalmente diferente: Él no sepulta ansias y esperanzas bajo un tropel de conocimientos a menudo estériles. Las gentes perciben que Él habla y enseña con autoridad, en el sentido primordial del término, auctoritas, el que a su vez se fundamenta en el término griego augere, es decir, que hace crecer, que aumenta. Ellos intuyen -y saben por vivir- que Él les hace crecer cosas nuevas, que con Él aumenta su propia humanidad.

Algo se nos escapa, en algo nos hemos perdido: nos horroriza toda imposición en nombre de la autoridad, y en su nombre también se ha hecho y se hacen miríadas de aberraciones.
Por ello quizás al tiempo Él señalaría -desoyendo cualquier ambición y ansias de dominio- queel poder es servicio a favor de los demás.
Más aún: Él no habla de lo que otros han hablado, no comenta los comentarios de los comentarios. Él habla de lo que conoce en las profundidades de su corazón sagrado, y sabe mejor que nadie las cosas de Dios.
Jesús es Dios y Dios es Jesús.

Así entonces, desde esa auctoritas o exousía que hace crecer lo nuevo, que despierta lo dormido, que hace vivir lo muerto, es que Él sana y libera. Basta su Palabra y su Presencia para que cualquier mal que oprime y hace sufrir -cualquiera fuera su intensidad- se disipe y la humanidad vuelva a florecer íntegra.

Es una cuestión de fé, fidelidad y confianza, y hay muchas almas agobiadas, vidas doblegadas que nada esperan, a las que debemos llevar sin demora la mejor de las Noticias)

Paz y Bien

En el aquí y ahora


Para el día de hoy (03/09/12):
Evangelio según San Lucas 4, 16-30

(Para adentrarnos en las profundidades de la Palabra, debemos situarnos en el momento y lugar en donde sucedieron las enseñanzas del Maestro.
Así nos encontraríamos en esa tarde sabatina de sinagoga nazarena, santo Shabbat de los paisanos de Jesús, tan judíos como el que más. Como todo varón de Israel, tiene el derecho de leer las Escrituras y comentarlas.

Están todas las miradas puestas sobre Él y los oídos atentos: ha de leer el libro del profeta Isaías, en donde brotaba la esperanza mesiánica del pueblo Elegido. Y ël lee con voz clara y fuerte.
Los presentes están atónitos, nadie alcanza a emitir sonido: ha omitido deliberadamente pronunciar el fragmento de la lectura que cita -y el día de la venganza de nuestro Dios-, que expresaba las ansias victoriosas de los de Yahveh por sobre todos sus enemigos.

Como si no fuera poco, declara ante todos que esa profecía se cumplía en Él y en ese momento.
Ese tiempo presente que destella, ese hoy de Salvación pronunciado en una tarde sabatina es pletórico de intensidad, es un hoy que resuena hasta nuestros días.
Porque la Salvación acontece hoy mismo, porque ante nuestro asombro -y nuestro estupor-, el ministerio de Jesús es, decisivamente, el anuncio de la Buena Noticia a los pobres, la liberación de los cautivos de toda esclavitud, el devolver la vista a los enceguecidos por la indiferencia o el fundamentalismo, la ruptura de cualquier cadena de opresión, y avisar a todos -sin excepción- que ha comenzado el año de Gracia y Misericordia, el tiempo infinito de la Gracia que no admite ni violencias ni venganzas, porque el Dios de Jesús de Nazareth es Padre y es Madre identificado totalmente con la humanidad a partir de su asombrosa y humilde encarnación.

Más aún: el Carpintero nos viene a decir que su Dios tiene especial debilidad por los pobres, por los pequeños y por todos aquellos a quien nadie tiene en consideración, aquellos que nos considerado extraños, extranjeros, ajenos, como la viuda de Sarepta, como Naamán el Sirio.

La Salvación sucede hoy, Jesús de Nazareth vuelve a recordarnos que en Él se explican todas las Escrituras y adquiere significado y sentido la historia de la humanidad.
Hay una invitación a anunciar la mejor de las noticias a aquellos para los que cualquier novedad es mala y nada esperan, para que impere la libertad y acontezca la liberación, para portar aceite de consuelo y convidar vino de esperanza, para descubrir que en los sitios más insospechados y en aquellos que nadie tiene en cuenta, palpita y destella la bondad de Dios.)

Paz y Bien


Pureza, corazón y culto

Para el día de hoy (02/09/12):
Evangelio según San Marcos 7, 1-8.14-15.21-23


(El conflicto entre Jesús de Nazareth y las voces oficiales de la fé de Israel era inevitable; el rabbí galileo no sólo era un imprudente transgresor, sino que quebrantaba y renegaba de las tradiciones tan firmemente arraigadas y puntillosamente observadas.
Se estaba volviendo muy peligroso -por eso el arribo de doctores expertos llegados a Galilea desde la Jerusalem del Templo y la ortodoxia. Toda heterodoxia debe ser suprimida y acallada rápidamente, en parte porque se sacralizaban normas y prescripciones, y en parte también porque tanto doctores de la ley, escribas y fariseos se veían menoscabados en su autoridad y por lo tanto en su poder y ascendencia sobre el pueblo.

La acusación expresa era que los suyos no practicaban las abluciones rituales -lavarse las manos- antes de comer, y era una cuestión que superaba la mera higiene. El veredicto tácito era que todos ellos se habían vuelto impuros y, como tales, debían ser excluidos de la vida religiosa, social y comunitaria. Nada mejor ni más práctico para quitar de en medio a subversivos peligrosos.

Pero de tradición a traición hay una letra de diferencia, un sólo paso habitualmente inadvertido.

Es que es un nuevo tiempo, y el Maestro conoce, ama y cree en Alguien antes que en algo, y ése precisamente es nuestro camino de plenitud.
Jesús de Nazareth no reniega de doctrinas de sus mayores, ni es un provocador torpe y estéril; sin embargo, restaura las prioridades a su justo lugar.

El Reino está cerca, muy cerca, tan cerca que late en los corazones de mujeres y hombres capaces de descubrirse hijas e hijos de un mismo Padre bondadoso que los ama entrañablemente, y por ello mismo se saben hermanos.
El Reino es, ante todo, cuestión cordial. Así entonces el culto verdadero comienza por el cuidado del hermano, por el socorro, por la compasión, por la mano que levanta, por el abrazo que consuela, por la atención en la escucha, por cada gesto y acción de justicia y liberación.

Los problemas comienzan cuando el amor se vuelve solamente ritual, escindido por completo de la cotidianeidad, una caridad falsaria que responde al ejercicio y cumplimiento de normas preestablecidas, preceptos que llevan a la soledad y a la muerte.

No hemos de desesperar.
Siempre estamos a tiempo de purificar estas pobres almas que somos en el éxodo de nuestras mezquindades regresando al hermano, porque la vida es sagrada.
Al Dios de la Vida se lo honra y enaltece cuidando la vida en todos sus aspectos, y se le enciende una sonrisa inmensa cuando nos prodigamos por los pobres y los más pequeños)

Paz y Bien

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