Mujeres y hombres erguidos


Para el día de hoy (29/10/12):  
Evangelio según San Lucas 13, 10-17

(La escena que nos relata el Evangelista Lucas no es un hecho más de sanación; nos encontramos frente a un momento de ruptura con las autoridades, de rebeldía abierta frente a la ortodoxia vigente y de ampliación al infinito del horizonte de la Salvación.

Toda una estructura religiosa interpretada en forma literal y aplicada de modo inflexible era lo que en verdad doblegaba a las gentes, un sistema que toleraba y admitía las exclusiones sin cuestionamiento alguno, la prevalencia del por algo será, razones esgrimidas como posesiones demoníacas o consecuencias directas de pecados propios o de los padres.

Esa mujer de la sinagoga estaba agobiada por varias cargas muy gravosas: su dolencia en sí misma y su dura extensión en el tiempo -dieciocho años-, la interpretación que se hace de su enfermedad y la necesidad de dejarla a un lado y el hecho crucial de ser mujer y ser impura por estar enferma.

Frente a estos dolores, Jesús de Nazareth no se resigna ni se conforma ni se queda quieto. La Buena Noticia anunciada por Él significa que su Dios Abbá quiere que todas sus hijas e hijos vivan plenos, felices, erguidos en su humanidad y nunca doblegados por cargas que nada tienen que ver con la libertad y con la vida.

Por ello mismo no vacilará en restituir su integridad a esa mujer en el recinto sagrado de la sinagoga y en el ámbito incoercible del Sábado: estamos en kairos, tiempo santo de Dios y el hombre.

Así también le impondrá las manos, y es mucho más que un gesto sanador. Es ternura de Dios, es dignidad que se prodiga, es amor encarnado que no teme al que dirán ni a que esa persona que sufre sea una mujer y una enferma. Imponer las manos es ponerse en el mismo plano de dolor para levantarse, es compasión, es cruz que se levanta juntos para aligerar la carga, señal cierta de liberación para todos sin excepción)

Paz y Bien




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