El silencio de Zacarías


Para el día de hoy (19/12/12):  
Evangelio según San Lucas 1, 5-25

(La Anunciación de Zacarías, es decir, el Anuncio del nacimiento de su hijo Juan el Bautista, es menester leerla en paralelo a la Anunciación de María, la que se nos ofrecerá el día de mañana, a continuación de esta lectura.

Zacarías es varón, es sacerdote, es un hombre entrado en años -casi un abuelo-, que no ha tenido descendencia. Él recibe la visita del ángel en el Templo, en medio del fasto litúrgico, y es una presencia que es capaz de ver, aunque no termina de confiar.

María es mujer -una muchachita campesina-, es laica, y recibe al Mensajero en una ignota aldea galilea, lejos de la magnificencia del Templo, pero hay una diferencia sustancial, que es signo de los tiempos de la Gracia que Ella inaugura: María oye y escucha a ese Mensajero, para María no cuentan visiones espectaculares, todo se resuelve en la escucha de la Palabra. Y esa Palabra la transformará, la hará fecunda, la hará discípula, la hará hermana, la hará Madre.

Zacarías resume al resto fiel de Israel que aguarda la Salvación, porque sabe que Dios siempre cumple con sus promesas. Sin embargo, hay que dar paso a cosas nuevas, a buenas nuevas, y Zacarías representa el tiempo viejo y estéril, la vieja Alianza que se ha quedado muda y que sólo recobrará el habla por Jesús de Nazareth.
Aún así, es también signo de que hay un nuevo tiempo que dá por finalizada la era de los imposibles, las razones del no se puede. En ese anuncio Zacarías recibe una noticia magnífica, y es que él y su esposa Isabel - casi abuelos y sin descendencia - serán padres, y el hijo que vendrá no será un hijo cualquiera.
Es tiempo de bebés santos, y el que se crece en el seno de Isabel será santo e íntegro, y preparará el camino de otro Niño de Salvación que nacerá desde esa muchacha nazarena, María de Nazareth.
El hijo de Zacarías e Isabel restaurará heridas viejas y conducirá a muchos de regreso a la bondad de Dios,  la reconciliación y al perdón.

Zacarías quedará por tiempo relegado al silencio. 

Más que un castigo por incredulidad, el silencio de Zacarías es el que a veces se nos vuelve imperioso para volvernos capaces de la escucha, y de la escucha atenta.

El silencio de Zacarías le permitirá a la palabra abrirse paso hasta las honduras de su corazón)

Paz y Bien

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