Con la cruz al hombro


Para el día de hoy (14/02/13):  
Evangelio según San Lucas 9, 22-25

 
(La crucifixión fue durante siglos el método utilizado por el Imperio Romano para ejecutar a los criminales más abyectos y a los revoltosos políticos, y dentro de la religiosidad imperante en la Palestina del siglo I, implicaba también que el ejecutado de esa manera había sido presa de un castigo divino, es decir, un maldito.

No es de extrañar que, a oídos de los discípulos, esta condición de seguimiento les resultara inasequible. Más aún ese Maestro que esto les enseñaba, les había profetizado que moriría y sufriría a manos de sus enemigos. Todo ello tiraba por la borda esa imagen de un Mesías glorioso que se alzaría en victoria aplastante por sobre sus oponentes.

Ellos -al igual que nosotros- tenían un éxodo pendiente.

No es tan simple asumirse, desde la generosidad inconmensurable de la Gracia, como un marginal y un delincuente, aceptar con mansedumbre violencias e insultos, padecer desprecios y humillaciones, en especial y de modo primordial por fidelidad.
Porque nosotros no creemos en algo, en un corpus dogmático, en una serie de presupuestos religiosos: nosotros ante todo y por sobre todo, creemos y seguimos a Alguien, Jesús de Nazareth.

Ponerse la cruz al hombro implica también aceptar voluntariamente cualquier horror con tal que un hermano viva, permanecer íntegros a pesar de las amenazas, atreverse a ir en busca del que está lejano y del que sufre aún cuando debamos portar el peso intolerable de nuestras miserias cotidianas, tan teñidas de miedos y egoísmos, animarse a seguir andando nomás.

Contra toda especulación, la vida se expande cuando se pierde en ofrenda a los hermanos)

Paz y Bien

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