Misión de impuros e incrédulos


Para el día de hoy (06/04/13):  
Evangelio según San Marcos 16, 9-15

(María de Magdala difícilmente le iban a creer: ante todo, por ser mujer en una sociedad en la que ellas eran uno de los escalones más bajos, sin derecho a hablar ni a ser escuchadas, sólo a parir y al cuidado de la prole, totalmente dependientes de los varones para la superviviencia. Además, María portaba una nota negativa para ellos, toda vez que en su pasado se contaba un alma dominada por espíritus impuros, alma liberada por la intervención del Maestro.

A aquellos dos compañeros de Emaús tampoco les creyeron. Jesús había muerto en la cruz, había sido sepultado en su derrota total, y bien muerto estaba. Ellos esperaban un Mesías glorioso y vencedor, que se impusiera en tren de derrota de todos los enemigos de Israel e instaurara el Reino de Dios a la manera que humanamente se sobreentiende, con el ejercicio y los aspavientos del poder, y ello para nada se condecía con este Mesías servidor, pobre y ejecutado como un criminal.
En realidad, los Once creían con firmeza en la imagen de ese Mesías que portaron por generaciones, pero aunque lo amaban, no creían en su Maestro.
Y aún cuando se hizo presente entre ellos, creían haber visto a un fantasma, no a Jesús Resucitado.

Esto es primordial para todos nosotros, porque nuestra fé en Cristo es la fé de esos apóstoles.

Ellos lo abandonaron, lo dejaron solo en la Pasión y frente a todas las humillaciones. Lo negaron concienzudamente. No creyeron en los que les avisaban que había resucitado, y hasta frente a la evidencia del Maestro vivo, argüían que se trataba de una aparición.

Sin embargo, precisamente a estos hombres quebrantados y venales, a ellos les encomienda la mayor de las misiones, ir por el mundo anunciando la Buena Noticia que Dios nos quiere, noticia de Salvación, de vida plena.

Son gentes de espíritus impuros, mentes incrédulas, de traición fácil, pero con todo y a pesar de todas sus culpas han sido transformados por la presencia real y viva de Jesús de Nazareth.
No son mejores, ni más inteligentes o expertos que otros: son mujeres y hombres que se han descubierto pecadores perdonados, impuros liberados, incrédulos que se atrevieron a creer y que por todo ello, proclaman a todas las personas y en todos los sitios todo eso que a ellos les ha sucedido, Cristo vivo y presente entre ellos, presencia de liberación y plenitud incondicional)

Paz y Bien

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