Oración, hospitalidad y afecto



Para el día de hoy (21/07/13):  
Evangelio según San Lucas 10, 38-42


(Si nos ubicamos en la perspectiva histórica de lo que nos relata el Evangelio para el día de hoy, nos encontraremos con mucho más que un agradable y aleccionador relato. Para ello es menester, ante todo, tener presente la situación femenina en la Palestina del siglo I.
En aquel tiempo, la mujer era por completo dependiente y subordinada al varón, con un rol cuasi biológico en la gestación de los hijos, sin otros derechos que aquellos que el esposo o -eventualmente- el hijo varón le garantizara. En esa misma línea, estaba tan limitada su participación social y comunitaria tanto como la religiosa: así entonces, las mujeres jamás podrían estudiar y aprehender la Palabra, y su intervención en el culto era, también, escasa y de carácter enteramente pasivo.

Con Jesús de Nazareth sucede lo impensado, acontece lo que es realmente revolucionario. Él se dirige a las dos hermanas, María y Marta de Betania, en un trazo claro de igualdad y ternura entrañables.
Pues por un lado una de ellas, auténtica discípula a los pies del Maestro, bebe del agua pura que jamás se agota, la Palabra de Dios que expresa el Señor. Y por otro lado y en el mismo nivel, Marta se afana no sólo en los quehaceres domésticos, sino que es la anfitriona dedicada que recibe al peregrino, transformando un sitio de paso en auténtico hogar, y sus esfuerzos son diaconía, sacerdocio de caridad y servicio.

En cierto modo, es el espejo de esa Iglesia que soñamos.

Es la casa común en donde el Cristo caminante se siente a sus anchas, a gusto, casa de otros que reconoce como propia, hogar perfumado por la fraternidad, recinto amplísimo en donde prevalece lo que verdaderamente cuenta, en donde no tiene lugar el reproche sino la corrección afectuosa, en donde todos son importantes por como son para con los demás y por ello para con Dios, antes que cuestiones de género o títulos.
En esa casa grande la oración no es repetición de fórmulas preestablecidas, sino el diálogo fecundo que nace de la escucha atenta de aquellos a los que amamos.

Eso es lo que nunca, jamás nadie ha de quitarnos)

Paz y Bien

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