Sin pasar de largo


Para el día de hoy (14/07/13):  
Evangelio según San Lucas 10, 25-37


(Quien inquiere al Maestro es un doctor de la Ley, un experto en la interpretación y aplicación de los preceptos mosaicos. En su tiempo, eran la voz de la ortodoxia, y sus profusos conocimientos eran  determinantes al momento de decidir lo religiosamente correcto y veraz de lo que no lo es. Sus intenciones están mucho más allá de poner a prueba a Jesús: la erudición no implica sabiduría, y podemos intuir cierta soberbia en la exhibición de los saberes provenientes de toda una vida de estudios oficiales frente a ese rabbí galileo, pobre y peregrino.

Esa postura responde también a una mentalidad puntillosa y precisa, exacta a la hora de definir el nosotros y el ellos, una mentalidad acostumbrada a la teorización, a la abstracción, a la declamación constante. El nosotros quedará así establecido por la proximidad física -de allí prójimo, próximo-, por el que es par, igual, amigo, el de mi tribu, de mi raza, de mi nación, de mi ideología, el de mi religión. 
Es claro que lo que así se sostiene es usual, conocido y perfectamente razonable, y no se acota a las ideas de un exégeta judío del siglo I, sino que forma parte de nuestra realidad actual. Porque el doctor tiene precisión en su teoría, pero exhibe a desnudez de su alma en la pregunta.

Por ello Jesús de Nazareth no se embarca en una discusión apologética, sino que responde con un ejemplo fundado en hechos concretos. La verdad ha de enraizarse en la realidad cotidiana. Y para que no haya dudas, pone como ejemplo a un samaritano, que para los judíos observantes era sinónimo de mestizaje, de alteridad, de cosa ajena y despreciable.

Es el tiempo del Reino, y el Dios de Jesús de Nazareth no ha de encontrarse en las especulaciones de los sabihondos. Su culto primordial es el socorro al caído, el no pasar de largo frente al dolor y al sufrimiento, la fraternidad que se elige y que perdura más allá de cualquier euforia momentánea. Por ello al prójimo se lo edifica, al prójimo se sale en su busca, el prójimo es el necesitado que está caído y al que nos aproximamos, nos aprojimamos.

Así la eternidad se nos crece en el aquí y el ahora, vendando corazones lacerados, brindando vino de esperanza y aceite de consuelo, y algunas monedas también para las necesidades que, quizás, no seamos capaces de ver.)

Paz y Bien

 

0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba