Jesús de Nazareth y las mujeres




Para el día de hoy (20/09/13):  
Evangelio según San Lucas 8, 1-3



(Las pocas líneas del Evangelio para el día de hoy pueden parecernos meramente anecdóticas o escasas en una coyuntura puntual. Y sin embargo, propician y significan un ambiente de profunda ruptura.

En el siglo I, y más específicamente en las culturas semíticas del Mediterráneo, las mujeres tenían un status religioso, legal, social y cultural muy inferior respecto del varón: lo poco que pudiera estar a su favor provendría de aquello que el varón le concediera, su padre, su esposo o su hijo mayor en el caso de viudez. Hasta las mismas normas de la Ley así lo establecían.
En cierto modo, ello implicaba cierta misoginia y una consideración degradante de la mujer, especialmente en el ámbito religioso, un sesgo que dolorosamente perdura hasta nuestros días.

Así entonces, por ese preconcepto menoscabante a María de Magdala se la consideró tradicionalmente como una prostituta conversa, cuando no hay ningún indicador exegético que nos lleve a inferir ello, y esa conclusión tiene la oculta intencionalidad de hacerla extensiva, esa cualificación, hacia todo lo femenino.
Lamentablemente, en nuestros días -y a causa de ese sojuzgamiento- nos hemos ido hacia el otro extremo, en la profusa militancia del género como ideología.

Ni una ni la otra tienen que ver con la Buena Noticia, y es el mismo Jesús a través de todo su ministerio el que transmite una verdad que, de tan sencilla y fundante, la solemos pasar por alto: su Dios Abba ama sin medida y por igual a todas sus hijas e hijos, y no hace diferencia de géneros.
Por ello lo que declara el Evangelista es revolucionario: junto a los discípulos, iban con el Maestro varias mujeres en la plenitud de su decisión de seguir los pasos de Jesús.
Una María de Magdala liberada su alma de siete demonios, es decir, una vida humana plena y libre.
Una Juana, esposa de Cusa -procurador de Herodes- que no se amilana por la barrera ideológica y de manifiesta enemistad, y se abre caminos tras Él.
Una Susana, que ha descubierto el tesoro escondido del Reino y, al igual que sus hermanos discípulos, ha dejado todo y lo ha puesto al servicio de esa Buena Noticia que se viene creciendo.

Por ello llamarán mujeriego a este Cristo de la bondad y la fraternidad: porque son sus hermanas y hermanos, porque nadie es más ni menos que nadie...y muy probablemente, porque su Madre ha tenido muchísimo que ver en el plan de Salvación de ese Dios que se ha hecho historia entre nosotros)

Paz y Bien


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