Corazón maternal




Para el día de hoy (31/10/13):  
Evangelio según San Lucas 13, 31-35



(Algunos fariseos se acercaron al Maestro con una inequívoca advertencia: Herodes lo estaba buscando, pues quería matarlo, y resultaba perentorio que Él escapara y se ocultara a la espera de mejores vientos. 
La postura de esos fariseos puede resultar extraña, dado que habitualmente eran sus enemigos, los que lo repudiaban y execraban, y ello puede deberse a diversas cuestiones, entre ellas que el tetrarca Herodes era -abiertamente- un vasallo del Imperio Romano, del cual dependía en gran parte para sostener su poder. Esa alianza política repugnaba a los puros fariseos, que seguramente preferían tener que vérselas con el rabbí galileo -al fin y al cabo, era tan judío como ellos- que hacerle el juego al tirano tetrarca, experto en represiones violentas.

Pero nada de ello coaccionará ni amilanará a Jesús de Nazareth. Él pasa haciendo el bien, anunciando buenas noticias y no construye poder propio. Es servidor de todos, y por esa tarea amorosa, por cualquier tarea de bondad jamás hay que pedir autorización a nadie.
Tampoco es un ingenuo: sabe que Herodes es peligroso, que está al acecho, que entre tantas vidas se ha llevado la del Bautista y que no le enfrentará abiertamente, lo que lo hace aún más peligroso. Por ello, en franco desafío, lo llama zorro en medio de la descripción de su misión: lo verdaderamente importante es esa misión a la que será fiel hasta la muerte, no Herodes, no el poder, no el sigilo pernicioso de tanto carroñero que anda dando vueltas.

Nada ni nadie lo harán retroceder ni vulnerar su fidelidad, que es producto del amor a su Padre. Y es tan grande ese amor, y tan brutal su rechazo, que el Dios de Israel y de la historia ya no habitará el majestuoso recinto edificado en piedra y revestido de oro del Templo.
A Dios se lo encuentra en el Resucitado que es el Crucificado, y en todos y en cada uno de sus hermanas y hermanos, templos vivos y latientes del Dios de la Vida.

Es ese mismo Dios el que se revela por ese Cristo fiel como Padre y como Madre también, un corazón maternalmente eterno que a todos quiere cobijar y proteger, a pura bondad y sin condiciones, por el maravilloso misterio de ser hijas, por la magnífica condición de ser hijos, Dios que es Papá y Dios que es Mamá, el Dios de Israel, el Dios de nuestros mayores, Dios de nuestros amigos y nuestros enemigos, Dios de la Vida y el universo)

Paz y Bien

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