La puerta estrecha, las preguntas erróneas


Para el día de hoy (30/10/13):  
Evangelio según San Lucas 13, 22-30



(La reivindicación de los derechos de pertenencia han sido determinantes a través de los siglos, sean ellos los derechos de raza -de sangre-, los derechos nacionales, los derechos religiosos. Así se suponían y establecían, por eso mismo, supremacías y exclusividades de unos por sobre otros.
Hoy quizás, en algunos aspectos, ha variado su nomenclatura pero la idea de fondo es la misma, y transladada a los escatológico -al plano de la salvación, la cuestión se acentúa a límites insoportables.

En la mentalidad imperante en tiempos del ministerio de Jesús de Nazareth, la pertenencia pura a Israel garantizaba esa condición única y especial por la cual unos pocos accederían, en el futuro, a la salvación de su Dios. Por fuera de ese grupo reducido, sólo aquellos que se circuncidaran y que se sometieran a la Torah accederían -sólo en parte- a esas bondades. Por ello es razonable la pregunta que le realizan al Maestro: en su esquivo horizonte, quieren saber cuantos serán los beneficiarios futuros de esas bondades divinas, pues advierten que son tantas las imposiciones y tan difíciles de cumplir, que los salvos serán un grupo muy reducido.

La pregunta es errónea, y nos debemos un profundo sinceramiento también.
Es errónea pues en la ilógica del Reino lo postrero se edifica en el hoy, en cada presente, y supone un banquete, un ágape inmenso de mesa amplísima, en donde las ansias del Maestro están dirigidas a que nadie falte a esa mesa de amigos y hermanos. 
Quizás la cuestión primordial se comience a dirimir entre la importancia cuantitativa frente a las virtudes cualitativas, es decir, las éticas trascendentes, cómo somos lo que somos con Dios y por ello mismo, con el prójimo.

No estamos demasiado lejos de ello. ¿Acaso la Salvación es distingo de aquellos que cumplen con puntillosa exactitud los preceptos de la Iglesia, los que pertenecen a alguno de sus movimientos en carácter cuasi militante. los que infieren de continuo que defienden lo derechos de Dios y de la Iglesia, los que viven con el Dios mío en los labios, o los que en verdad profunda respiran a cada instante la Buena Noticia, el amor, la compasión, la misericordia, la gratitud?

Hay puertas estrechas que deberían distinguirnos, y entre ellas, el grato asombro de que esa Salvación es don y es misterio de la Gracia, y que no dormimos tranquilos mientras haya muchos hermanos nuestros que se queden fuera y se pierdan el convite increíble de ser invitados a vivir juntos y para siempre)

Paz y Bien

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