Escondido en la historia



Para el día de hoy (06/07/14) 

Evangelio según San Mateo 11, 25-30



La Encarnación es el misterio insondable de la irrupción del Dios eterno en la historia, asumiendo hasta las últimas consecuencias la condición humana en Jesús el Cristo, a través de la humildad y la pequeñez de María de Nazareth.

Así entonces, al Dios del universo, Aquél que es el Totalmente Otro no hemos de buscarle en cielos postreros -post mortem-, en glorias inaccesibles, por medio de intrincados y restrictos rituales y teologías de constantes abstracciones. Al Dios de José y María de Nazareth, al Dios de Jesucristo lo encontraremos resplandeciente en la historia humana, y en una maravillosa y santa ilógica, se oculta a los sabios, a los prudentes, a los que se creen algo y alguien por sí mismos, y se revela en todo su esplendor a los pequeños.

Los pequeños del Evangelio no son los niños, aunque la ternura de Dios esté con ellos. Los pequeños del Evangelio son los que no tienen voz, los que no cuentan, los que nadie escucha, los que no son tenidos en cuenta excepto para los votos o para la guerra, los cautivos de tantas opresiones, los demolidos por la miseria, los mirados y tratados con desdén porque no son exactos en sus decires pero bulle en sus corazones una fé que no suele encontrarse en templos enormes ni en centros de poder y conocimiento religioso.

Justamente allí, en todas las Galileas que miramos con sospecha y cierto desprecio, allí está vivo el Dios de la Vida, y es allí en donde todo debería comenzar de nuevo, como cierta vez el Redentor dió comienzo a los tiempos definitivos de la Salvación.

Un Cristo hermano de los pequeños, que revela y rebela con mansedumbre y humildad de corazón es el fundamento cabal de todas las esperanzas, especialmente para los agobiados, para los que agonizan en silencio, para los indefensos, para los que no aguantan más, para los que han sido doblegados por una miríada de obligaciones que se les han impuesto en nombre de ciertos dioses falsos, pero que no provienen de ese Dios que es vida plena y liberación en Cristo.

Porque sólo en Cristo hay carga ligera y yugo bondadoso, salud y libertad, Salvación.

Paz y Bien





1 comentarios:

Caminar dijo...

Me parece que deberíamos plantearnos el nacer de nuevo ¿no?
Un saludo en Cristo

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