La alegría no puede ausentarse




Viernes de Ceniza 

Para el día de hoy (20/02/15) 

Evangelio según San Mateo 9, 14-15



Las discusiones entre escribas y fariseos y Jesús de Nazareth parecían interminables, pero en realidad, aunque esos hombres eran profundamente religiosos, creían en un Dios lejano, severo y a menudo cruel, que en nada se acercaba al rostro de padre revelado por el Maestro. Iba a ser muy difícil que coincidieran pues, además, habían antepuesto el cumplimiento ritual a la rendición de culto a ese Dios que le confería sentido y sustento a la Ley.

Entre los nudos de recriminación estaba el ayuno. La práctica estaba ampliamente extendida en esa época y en varias de las culturas y pueblos coincidentes. Pero quizás Israel había olvidado su verdadero sentido, explicitado por el profeta Isaías unos cuantos siglos antes: el ayuno agradable a Dios es la práctica de la justicia, de la compasión, la liberación de los oprimidos, el socorro a los necesitados. La práctica ritual por la práctica misma carece de sentido e importancia, y más aún, puede volverse gravosa a las almas.

Curiosamente, los que interpelan a Jesús en esta ocasión son los discípulos de Juan el Bautista. Ellos también ayunaban a menudo, al igual que los fariseos, y es menester establecer como cuestión importante que el ayuno es útil a la hora de dominar pasiones, retirarse al silencio orante, mantener al espíritu en vigilia. Los problemas comienzan con la falta de sentido y con el aislarse del hermano, y por eso el ayuno se santifica cuando deviene en ofrenda a Dios, quizás privándonos de sustento para que al menos un hermano empobrecido tenga su plato lleno en su mesa. Antes que escandalizarnos por los errores rituales, deberíamos horrorizarnos por el hambre que persiste.

Pero un cariz no puede ausentarse, inclusive en estos tiempos litúrgicos de conversión y penitencia, tiempos cuaresmales que son también bendición. Y es la alegría, la serena y humilde persistencia de una felicidad que se origina en la presencia constante y definitiva de Cristo en nuestras existencias, siempre fiel, siempre compañero, siempre Salvador.

Paz y Bien

1 comentarios:

pensamiento dijo...

Dichoso quien no tiene más gozo y alegría que las palabras y obras del Señor. Gracias, por su reflexión es de gran ayuda.

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