En la Fiesta de las Tiendas




Para el día de hoy (20/03/15) 

Evangelio según San Juan 7, 1-2. 10. 14. 25-30



La hostilidad contra el Maestro iba en un crescendo pavoroso, había ingresado en una vorágine de odio que desembocaría en el el Gólgota.
Eran muchas las tramas tejidas para atraparle, especialmente en Judea: un arresto equivaldría a su ejecución, tal era el grado de furia para con su persona por parte de las autoridades. Por ello mismo en parte acotaba su ministerio a su conocida Galilea, mucho menos hostil. Pero a pesar de todas esas trampas meticulosamente tendidas, no pueden dar con Él. No es el momento, y es señal que nos brinda el Evangelista en un modo más que claro: Cristo entregará su vida en el momento propicio y en absoluta libertad, en misterio de amor total. Hicieran lo que hicieran no habrían podido capturarlo y matarlo.

Por aquellos días, se celebraba en Jerusalem la Fiesta de las Tiendas llamada Sukkot -fiesta de los tabernáculos-, una de las tres celebraciones impostergables de los judíos junto con Pésaj -Pascua- y Yom Kippur -Día del perdón-. Es fiesta de cosechas, fiesta de vendimia. Jesús de Nazareth, fiel hijo de su pueblo, se encamina a la Ciudad Santa a participar cordialmente de esa solemnidad tan cara a la fé de sus mayores.

Por todo el ambiente enrarecido, por la densidad de los enconos, ingresa a Jerusalem de manera clandestina, anticipando tal vez su carácter de proscrito que será pleno en la Pasión que lo condene.
Es el Cristo que camina entre la multitud tan humilde y silencioso, tan fuera de los moldes identificatorios que no nos resulta fácil descubrirle. Pero es un Cristo siempre presente, peregrino junto a nuestros pasos, Salvador en el encuentro a menudo impensado.

No puede ser de otro modo, que en la fiesta vendimial Él acepte hasta sus últimas consecuencias el lagar espantoso que le espera. El vino cumple sobradamente su destino cuando se lo bebe.
Cristo será el vino nuevo de la Nueva Alianza, de las cosas definitivas, rescate pagado a precio de sangre, sangre que supera todo horror porque ha pasado por el crisol único del amor que restaura y levanta de la muerte, la esperanza que es su Resurrección.

Paz y Bien

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