Cristo, el Buen Samaritano







Para el día de hoy (03/10/16):  

Evangelio según San Lucas 10, 25-37



Los reduccionismos suelen ser malos y nunca justos. De ese modo, la profundidad y belleza de la enseñanza que nos brinda el Evangelio para este día quedaría acotada a un mero dictado moral que probablemente se utilice como argumento para un juicio de valor pero nó como fundamento ético, es decir, un modo trascendente de ser en el mundo.

Es menester estar atentos siempre a los detalles, signos y símbolos. 

Un samaritano pertenecía a un grupo social que era mirado con desprecio por los judíos observantes, toda vez que se le consideraba un antiguo hijo de Israel que permitió la contaminación gentil, que vulneró el respeto y el culto al Templo, que manipuló la Torah; por ello un samaritano está ubicado varios escalones por debajo de un gentil o extranjero, pues es en cierto modo un traidor, y por todo ello indigno de cualquier bendición y bondad de su Dios.
Así resulta sorprendente que sea precisamente un samaritano quien sea tomado como ejemplo del actuar según el Evangelio, y más aún, el tono marcadamente secular de la parábola. El sacerdote y el levita -epítomes de la religiosidad oficial judía- pasan de largo frente al hombre caído a la vera del camino.

Al samaritano lo mueve la compasión, al igual que Aquél que se con-mueve al ver a las ovejas sin pastor, a los enfermos, a tantos dolientes.
El Buen Samaritano es el mismo Cristo, que viene hasta la humanidad herida de pecado y miseria, que no pasa de largo, que sana sus heridas con el óleo de la unción sacramental y el vino de su sangre, que confía el restablecimiento de su salud/salvación en el albergue amplio de la Iglesia. Ha pagado la salud con su vida nuestro refugio, aún cuando se le consideró un marginal, o un galileo menor, o apenas el hijo del carpintero. 

 Y Él  volverá, y mientras tanto sus discípulos hacen presente como samaritanos ese amor de Dios en el mundo sin preguntar pertenencias u orígenes, misión de socorro y misericordia hacia todos los pueblos.

Paz y Bien


1 comentarios:

ven dijo...

Dios es muy misericordioso con nosotros. Aprendamos también nosotros a tener misericordia con los demás, especialmente con los que sufren. Gracias, un buen día en el Señor.

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