Cordero y testimonio








Domingo 2º durante el año

Para el día de hoy (15/01/17):  

Evangelio según San Juan 1, 29-34



En la lectura que contemplamos este segundo Domingo destella especialmente el verbo ver: Juan vé acercarse a Jesús de Nazareth por entre la multitud, humilde como uno más, para bautizarse. Pero Juan no solamente vé a un joven galileo, sino al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, vé a un hombre real pero también a alguien de origen eterno, pues afirma que lo precede en esencia y existencia.

Juan vé también al Espíritu Santo descender sobre Jesús en forma de paloma y permanecer sobre Él, señal de la presencia de Dios, signo cierto de que Ël es quien trar el bautismo definitivo, haciendo pleno el suyo que es preparación, camino que se allana.

Jesús de Nazareth es, para el Bautista, en quien se cumplen todas las promesas, Aquél que su pueblo espera, el que restablecerá definitivamente los vínculos entre Dios y su pueblo en un infinito ámbito de justicia y perdón.
Juan vé en Jesús al Cristo, y dá testimonio de ello, aún cuando ello suponga exponerse a un riesgo terrible que al poco tiempo se concretará en las mazmorras herodianas, en su ejecución entre gallos y medianoche.


Por eso, quizás, testimonio tenga mucho de mirar y ver y, luego, de actuar en consecuencia.

En el Bautista hay un ver acotado a los sentidos pero también una profundidad capaz de ir más allá de lo evidente, ese estar atento para descubrir un rostro concreto por ante una multitud que tiende a desdibujar singularidades. Aún así, el Espíritu que asiste y sustenta al Bautista le permite reconocer en el joven de Nazareth al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, el que inicia el nuevo éxodo que también será definitivo, el que prevalece sobre todos los males, el que viene a decir con su vida que ya no debe haber más chivos expiatorios ni gentes arrojadas a los sacrificios, sólo ofrendas de la propia vida generosa e incondicional, el Siervo de Dios y de los hombres que es nuestra esperanza y nuestra liberación.

Con ese mirar y ver Juan se juega los huesos. Reconocer a un Dios tan humilde y sencillo interpela y complica a los poderosos de este mundo. 
Juan es profeta, voz que anuncia y denuncia en nombre de Dios y testigo primordial de Cristo, pues vió, creyó, su vida se transformó y dá cuenta de ello con su propia vida.

Sea nuestro espejo y nuestra guía para tantos días grises.

Paz y Bien

1 comentarios:

ven dijo...

Señor ayúdame a jugarme todo por ti, a ser verdadera palabra de Dios en medio del mundo, gracias por su reflexión me ayuda mucho que Dios lo bendiga, un gran abrazo fraterno.

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