Aprender a orar con Cristo











Para el día de hoy (11/10/17) 

Evangelio según San Lucas 11, 1-4






Dime como rezas y te diré quien eres.

En la Palestina del siglo I, cada grupo religioso poseía una plegaria propia que actuaba como distingo de los demás, como identidad que definía conceptos y pertenencias. Así los discípulos del Bautista, los fariseos, los esenios y muchos más rezaban de un modo único, y quizás a los discípulos les extrañaba que Jesús no los hubiera entrenado en tal sentido.

Pero ellos en parte -como nos suele suceder a nosotros- le tenían temor al silencio, y así la escucha se les hacía gravosa, casi imposible, y por eso la necesidad de encontrar una fórmula propia para repetir en el momento que fuere necesario, y en especial en las situaciones críticas.
Y es imprescindible suplicarle al Maestro que nos vuelva a enseñar.

Aprender a orar, en el tiempo de la Gracia, es ponerse en la perspectiva de los hijos, de niños pequeños, de confianza y abandono sin temor.
 
Aprender a orar es redescubrir y afirmar sin ambages que Dios no es una deidad lejana e inaccesible sino un Padre cercano, un Padre que nos busca, un Padre que nos ama, un Padre que no descansa por nuestro bien.
 
Es poner manos a la obra y corazón en rumbo hacia el horizonte maravilloso de la santificación de la tierra por el Nombre que todo lo hace posible.
 
Es rogar que acontezca aquí y ahora, ya mismo y sin demoras, el Reino de Dios que es justicia y paz, perdón y misericordia, amor y Salvación.
 
Porque sabemos que ese cielo no es tan lejano y que no hay imposibles porque somos hermanos del Resucitado, bregamos para que la voluntad de Dios que es la vida -y vida plena- se cumpla en todos los ámbitos.
 
Y no queremos que falte el Pan de vida ni el pan del sustento, para cada hija y cada hijo de Dios, allí en donde se encuentren.
 
Y sabemos que tenemos tantas miserias que abren heridas saladas, y que sólo por el perdón sanan los corazones, suplicamos con confianza. Para no caernos, para no abandonarnos, para no ceder a los miedos.

Que el Maestro nos conceda aprender a orar nuevamente, cada día, todos los días.

Paz y Bien
 

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