Esperanza, espera atenta











Para el día de hoy (24/10/17) 

Evangelio según San Lucas 12, 35-38

 




Para ahondar en la enseñanza del Maestro, es preciso remontarnos a los tiempos de su ministerio; en la Palestina del siglo I -y antes también- la vestimenta usual se componía de una túnica principal que se pasaba por la cabeza y que, a su vez, tenía sendos orificios para los brazos, llegando hasta las rodillas o más abajo. Entonces, esos ropajes cuasi talares habían de ceñirse al cuerpo mediante una tela, un cinturón o un cíngulo de cuerda para permitir la libertad de movimientos, para moverse sin dificultades. Y las lámparas de aceite eran imprescindibles para poder andar en la noche, para no tropezar en la oscuridad.

Pero además de estas simples consideraciones prácticas, para sus oyentes judíos tenía también un significado simbólico muy especial, pues remitía la memoria colectiva a la noche de la Pascua primera, del comienzo del éxodo, del inicio de la liberación de la esclavitud.

La bienaventuranza que expresa Jesús de Nazareth es bendición de Dios para la felicidad: felices los despiertos, felices los atentos, felices los que esperan en Dios y a Dios. Siempre listos y dispuestos, porque estamos de paso, peregrinos confiados en un horizonte irrevocable de eternidad y liberación.

Porque Cristo regresará a consumar la historia, llevándola de su mano a la plenitud. Y Cristo ya está regresando, ahora mismo, habitando gustoso los corazones de los que se atreven a amar, esos mismos que mantienen encendidas sus lámparas a pesar de todas las noches cerradas, con el aceite de la compasión y la misericordia.

Paz y Bien

0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba